11/5/15



TERCERA TEMPORADA


41ª Entrega (11/05/15) por ... Fran Manso Cruz (Cofrade de la Hermandad Dominicana, Archicofrade de la Real y Pontificia Archicofradía Sacramental de María Santísima Madre de Dios del Rosario y San Pio V de Salamanca y Cofrade de la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo )


Antes de comenzar, quiero agradecer a todos los componentes de Piedra Nazarena, que hayan querido contado con mi particular Alma Cofrade. Gracias por el trabajo incansable que hacéis para que Nuestra Semana Santa salmantina se conozca más allá de una estación de penitencia.

Curioso sonido llegaba a mis oídos con tan solo 3 años, mamá, mamá ya viene la Virgen de la Esperanza, oyes sus campanillas!
Gracias a mis padres estoy en este mundo “semanasantero”, de pequeño sentía la necesidad de ver salir y entrar a todas las cofradías de mi ciudad, tan sólo era un simple gusto, no entendía más allá de que Cristo fuese con una palma en la mano, no entendía que Jesús estuviese atado, flagelado o con el palo como llamaba a Nuestro Padre Jesús de la Pasión, no entendía porque de repente venia de pie y luego crucificado y después siempre o casi siempre cerraba la procesión María, una virgen, pero todo aquello que gustaba, me emocionaba, quería estar en todas las cofradías y participar de esa procesión. 
Trasladaba a mis compañeros del cole la emoción que me causaba la Semana Santa de mi ciudad, creaba mis procesiones a base de papel y pinturas, con cajas de cartón y palos de fregona, o con mis siempre añorados PlayMobyl.

Pasaban los años, con 9 comienzo a procesionar en la que era la hermandad de mi barrio, ese primer año con la sabana y la corona roja, nervios por todo el cuerpo, ese cosquilleo en el estomago  al pasar cerca de familiares y amigos, aún no sentía que significado tenía estar haciendo “una procesión”.

Sigo involucrado en la hermandad, donde el trabajo de todos  los ensayos con mi banda, el “montar” los pasos el mismo Sábado Santo, era algo indescriptible, empezaba a ser consciente de qué era lo que estaba haciendo.
Primera vez que salgo con la Virgen del Silencio, me doy cuenta que el peso de ella, ya no es puro gusto, ni entusiasmo, empiezo a sentir cosas en mi corazón, a dar un sentido al significado de ese peso, a dar el sentido a quién es la que porto, y entiendo que todo lo que de pequeño sentía, se veía recompensado en Fe y Oración.


Siendo consciente de la decisión me hago cofrade de la Hermandad Dominicana, la hermandad del Cristo de mi padre y mis deseos son ser hermando de carga de la que siempre me robó en corazón cuando era peque, las campanitas, la marcha Nuestro Padre Jesús siempre tocada a la salida de la plaza, a la que picaban de manera fervorosa, todo ello tenía ya un sentido y yo quería estar ahí.

Descubro que se va a crear una nueva cofradía, la Archicofradía del Rosario, una cofradía de gloria, y mi primer pensamiento fue, quiero pertenecer, me apetece mucho.
Impecable el trabajo que se hace en ella, la ilusión que tienen por que sea de todos y no de ellos, cofradía todos los días, no solo en la salida de Gloría y ni por todo lo que vendrá, sino por todo están trabajando para, repito, todos los demás.

Me hago cofrade de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y el Consuelo. Cofradía que llena de encanto nuestra ciudad, de sentimiento, recogimiento, con aires del sur al igual que las anteriores citadas, para gustos el olor del incienso…
Descubrir que lo sobrio o lo andaluz no es mas allá, que lo que los verdaderos cofrades sentimos y ese sentimiento vaya en palio, en andas o sea un grupo de imágenes bien engalanadas eso para mi tiene una única palabra FE. No podemos juzgar que seamos más unos que otros, dejemos demostrar la Fe como realmente creamos sin miramientos, sin espinas,con humildad, unión, que por desgracia la anhelo en la Semana Santa de mi ciudad.

Una sevillana esta pasada Semana Santa me dijo algo que me pellizcó el alma, sales para disfrutar o disfrutas orando.

Finalizo este pequeño repaso de mis 28 años viviendo, rezando, disfrutando y sintiendo lo que implica la Semana Santa en mi alma, gracias a mis padres, de nuevo, que me inculcaron sobre todo a mi padre el amor por la Semana Santa de mi ciudad, ella me ha dado razones para poder hacer lo que a fecha de hoy estoy haciendo…

Muchas gracias.


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40ª Entrega (04/05/15) por ... Iban Iglesias Martín (Cofrade de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Flagelado y Nuestra Señora de las Lágrimas, Cofrade de la Hermandad Dominicana y Archicofrade de la Real y Pontificia Archicofradía Sacramental de María Santísima Madre de Dios del Rosario y San Pio V de Salamanca)


El concepto de la Semana Santa empieza a tener significado  casi desde que tengo uso de razón. Mis primeros recuerdos, dedicados a este mundo, se originan  a mediados  de los años 90, cuando en el día a día de mi infancia resuenan las primeras trompetas mediante silbidos y  los golpes de  tambor,  con unos simples palos sobre un cubo, retumban por las paredes de casa. Pero estos actos friki-cofrades no acaban ahí y en mis primeros años de niñez,  simulo procesiones con una silla encima de la cabeza o una muñeca encima de un carretillo. Las largas filas de indios o animales, carrozas e incluso pinzas,  simulan largas filas de nazarenos y pasos, que desfilan por los pasillos de mi casa “dándoles   la tabarra” día y noche a mis padres y familiares cercanos.

Pero mi alma cofrade tiene su origen en sí de la mano de mi padre, el cual cada Domingo de Ramos o Resurrección alternativamente y en especial cada noche de Miércoles Santo, me lleva a ver salir a ese Cristo “torero” que recoge sus vestiduras acompañado por las lagrimas de  su madre .Recuerdo como él  me cogía a hombros en torno a la casa de las conchas y veía dar los primeros pasos de ese “azotado”, que desfilaba  por la plaza de San Isidro,  acompañado de capirotes de color eminencia. Una vez que su sombra se perdía por Libreros, corría y  me colocaba  por la Rúa en primera fila, haciéndose larga la espera desde que se  vislumbraba la cruz guía  por las catedrales, hasta que pasara por delante de mí con su mirada cautivadora. También en esos años  mencionar a mi abuelo materno, en el transcurrir del descubrimiento de las primeras procesiones, como el de Nuestra Señora de la Soledad o la tradicional procesión  denominada  “ la de los 14 pasos” , hoy ya extinguida del Santo Entierro,  bajo el reloj de la Plaza Mayor en la tarde del Viernes Santo.

Pasan los años y poco a poco me  voy adentrando en  cada uno de los desfiles que integran nuestra semana de pasión .En cambio no será hasta  años más tarde,  en 2007,  cuando empiezo  a  formar  parte de ella como cofrade y es ahí cuando  me entero que mis raíces por sentir la pasión, venían mas allá de un juego de niños, como muestra de la   tradición familiar. Mi abuelo paterno  fue hermano, en los años 60,  de la Seráfica Hermandad de Nazarenos y de  Nuestro padre Jesús del Perdón e incluso  mi tío llego a procesionar varios años en ella.

En 2007,  la  perspectiva del  mi mundo cofrade cambia, paso de ser un mero espectador a pie de  calle, a ser partícipe de nuestra Semana Santa .Ese año entro a formar parte de la Hermandad de Jesús Flagelado,” por fin hago realidad un sueño”, el sueño de ser luz de  guía del Cristo de Carmona, en su caminar cada noche de Miércoles Santo. Según se aproximan las horas  los nervios se intensifican, se ultiman detalles, se tiene todo preparado, para que las espera de 365 días, tengan su fruto en una salida penitencial majestuosa.

Los años avanzan y ante la búsqueda de una vida cofrade más intensa y plena, que no solo se limitara de cuaresma en cuaresma, en 2012 entro a formar parte de dos nuevas cofradías, la Hermandad Dominicana con la sección de Nuestro Padre Jesús de la Pasión y la Archicofradía del Rosario; esto supone un antes y un después en mi vida cofrade, ya que, a partir de ahí, esta se intensificara.

Los sentimientos, que refleja en mí “Mi moreno”, son inexplicables cada madrugada de Viernes Santo. Cuando se abren las puertas de los Dominicos, a las cinco de la mañana,  todo el cuerpo me recorre un escalofrió;  en frente de su capilla desangelada, esa noche  vacía, se encuentra la Reina del Rosario, con su hijo en brazos,  sus ojos tiernos con su mirada  embellecen aun más si cabe su rostro.

A partir de ahí entro a formar parte de una comunidad, la de los Dominicos, pero no solo eso, sino que me incorporo al  grupo joven San Juan Evangelista y porque no decir  a esa gran familia que hoy compone el Rosario. Los actos a lo largo del año se multiplican dentro de la hermandad, certamen de bandas, convivencias, novenas y triduos, son algunas de las actividades que comparto y que culminan allá por el mes de octubre con la salida de nuestra gloria, Nuestra señora del Rosario, por las calles de Salamanca, con un grupo humano de categoría .Además como representante del grupo soy  su tesorero y asisto a encuentros, vía lucís, acolito y acudo a  actos y procesiones de diferente índole.

Desde hace unos meses, también formo parte de otro grupo joven, el de Jesús Flagelado,  que está dando sus primeros pasos, y al cual me siento orgulloso de  pertenecer, aportando mi granito de arena. Y hasta ahí mi trayecto, aun  me  queda mucho camino por recorrer y muchos sueños que cumplir, uno muy cercano se ha hecho realidad  y es  que muy  pronto tendremos a nuestro Redentor repartiendo eucaristía en San Esteban. 

Por último agradecer  a “Piedra Nazarena” y en especial a Alberto  por dejar expresar esos sentimientos y experiencias vividas, que recogen este mundillo, que como bien  dicen  no dura una semana sino toda una vida.


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39ª Entrega (27/04/15) por ... Alejandro Sánchez Rubio (Cofrade de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, Hermano de la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo y Archicofrade de la Real y Pontificia Archicofradía Sacramental de María Santísima Madre de Dios del Rosario y San Pio V de Salamanca)


Cuando suena semana santa en mis odios, cuando suena semana santa en mi alma, cofrade, suena desde siempre a Viernes Santo, a luto, a lágrimas de fervor, palio de 10 varales, broche de Soledad e Iglesia Madre…

No nací nazareno, pero si cofrade, por mis venas corre sangre negra, sangre de Soledad… Aún recuerdo aquellas frías noches de primavera, cuando agarrado de las manos de mis padres, a quienes les debo esta pasión, acudía fielmente ante tu solemne mirada, eras tan capaz de cautivarme, de sobrecogerme, que lo que sentía por ti no tenía calificativos de tan entrañable reseña. Siempre supe que quería pertenecer a tu larga lista de negros nazarenos, y qué mejor que una noche de Reyes, para cumplir mí anhelado y amado sueño, ser tu guía, hijo y acompañante cada madrugada de Viernes Santo. Seguirte y mirarte me hizo crecer y entrar el gusanillo, aquel que algunos llaman locura, a la que yo bautizo como mi bendita locura, mi forma de sentir y de soñar, mi forma de vivir…

Largos días, largas tardes y largas noches entre las frías naves catedralicias, rondaba aquel niño que con una sonrisa preparaba todo para que la reina, “mi amada y sentida reina” pudiera cautivar y robar corazones por las calles de la Feligresía… otra madrugada más!.  En mi casa todo se sentía, las túnicas colgaban del armario del salón, llamaban al luto pero también llamaban a la alegría, la alegría de cumplir de nuevo un sueño que cada año cogía más esplendor, el sueño de seguir sus pasos y acabar siendo sus propios pies.

Pero esto no acaba aquí, en esa pequeña “Alma” la palabra Domingo de Ramos comienza a adueñarse de otro sentimiento, de un Sentimiento que Despoja a su ciudad de los pecados, de un sentimiento que hace rezar con el corazón, que hace sentir y llorar, que hace que cada año allá por enero salgan los nervios a flor de piel, que hace que aún con el frío castellano, los amigos… los “locos” se junten, compartan y luchen, para repartir la caridad que hace falta a los que lo necesitan y el consuelo a los que no creen, a los que no siguen la FE… Fe, que da igual cómo se reparta, da igual… lo que en verdad importa son ELLOS, la forma de sentir de los hermanos, del llorar, del mirar de la gente que con sus pupilas, le piden perdón a su paso, la forma en que los niños abren los faldones y quedan sorprendidos, lo miran y… no le quitan ojo!!!!!

Octubre… que pena que ustedes no estén aquí presentes, solo con mentar, oír esta palabra ya se me ponen los pelos de punta. Cuando en mis oídos suena Rosario, mi cara, inevitablemente esboza una sonrisa, como la de aquel pícaro niño que cobija tu regazo, un escalofrió recorre el cuerpo de todos aquellos de los que en verdad sentimos esto, de todos lo que llevamos marcado en el corazón tu nombre, bella perla de un rosario.

Una forma de vivir, de sentir, de soñar y de trabajar, porque esto no es una Gloria, esto... es ¡LA GLORIA!. Vivir el mundo cofrade desde el rosario, es madurar, es trabajar minuto a minuto, segundo a segundo, luchar por lo que queremos, por todo lo que anhelamos, porque queremos hacernos presentes, que esto ,no es flor de un día, que esto, señores… es lo más grande, esto, es…. EL ROSARIO.

Quizás, por lo que significa para mí y para ella, tu dulce advocación, te siga más de cerca, porque sé que para ti, era un orgullo que perteneciera a esta Cofradía que lleva como título lo que tanto sentías, no podía por menos que dedicarte unas palabras, te quiero…

Esta historia se vive todo el año, desde el momento que el portón de San Esteban se cierra, desde el momento que el pueblo la despide con su mágica mirada, todo empieza, trabajando duro día a día del año, sin olvidar las fatigas y las tertulias que marcan los cánones en el “Rincón del Morenito”. Los corazones se aceleran, pues se acerca la fecha y hay que tener todo, para nuestra particular cuaresma, cuaresma de verano, que esperemos que convierta en cuaresma de primavera… las cuentas de un Rosario y cáliz de Sagrada Cena…

Agradecer a Piedra Nazarena que hayan confiado en mí en la realización de esta pequeña coctelera de sentimientos. 


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38ª Entrega (20/04/15) por ... Tamara Velasco García (Cofrade de la Hermandad del Silencio y de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Vía Crucis)


Mi familia no es muy “semanasantera” pero siempre recuerdo haber ido de pequeña con mis tíos a ver la procesión del Arrabal, como cariñosamente la llamamos nosotros, supongo que por la cercanía a la casa de mi abuela donde vivía por entonces. A todos nos encantaba verla y para mí era asombroso y a la vez angustioso ver cómo los hermanos y hermanas que portan los pasos salían con esa dificultad, la cual, se veía recompensada cuando aquel silencio contenido se rompía con unos impresionantes aplausos a los que me unía enseguida hasta que me dolían las manos.

Siempre supe que quería pertenecer a este mundo pero nunca me atrevía a dar el paso… no se la razón, quizá era todavía muy pequeña, quizá no era el momento. El impulso definitivo llegó con el fallecimiento de una de las personas más importantes en mi vida. Normalmente cuando suceden estas cosas siempre tendemos a alejarnos de nuestras creencias porque no somos capaces de entender por qué suceden y menos cuando se es pequeña, pero en mi caso fue al contrario.

El dilema venía ahora… ¿a cuál de todas?, no tardé mucho en decidirme, más bien no tardé nada. La de mi barrio y nada más que la de mi barrio, o eso pensaba. Dicho y hecho. Ese mismo año a poco más de un mes de semana santa me hice de la hermandad, me dejaron el traje y llegó el ansiado día. De los primeros años no recuerdo cuales eran mis emociones a parte del nerviosismo de una niña previo a la salida, aunque sí de la sensación de felicidad y tranquilidad de ver a mis tíos allí esperándome y sobre todo a mi madre la cual, aunque como ya he dicho, no muy “semanasantera”, nunca falta y sigue sin hacerlo. Allí, todos frente a la escalera esperando a que saliese.

Comencé en la sección de niños, seguí en la de cirios, esa sección tan importante para una procesión y que tanto hay que cuidar, y después a la sección de carga portando a esa Madre de rostro acogedor que en nuestra penitencia nos da la luz y el sosiego que necesitamos para hacer nuestro recorrido y regresar de vuelta al barrio con el trabajo bien hecho. Años estos de la carga que recuerdo duros pero muy satisfactorios. Entre tanto ya comenzaba a dar mis primeros pasos siendo miembro de la junta y adquiriendo algunas responsabilidades dentro de la misma, responsabilidades que hacen que cada año tenga más nervios en las horas previas a la salida, sobre todo las dos horas antes. Son un trasiego de carreras, arreglos de última hora, alguien rezagado que viene en busca de su cirio cinco minutos antes de salir, últimos abrazos, últimas palabras y de repente… de repente las campanas de la iglesia suenan y las puertas se abren. En ese momento y solo en ese, cuando llego a la puerta y veo a todo mi barrio, a todo él, que nunca falla, expectante, contenido, en silencio, es cuando la serenidad y felicidad llegan a mí con unas lágrimas que se me escapan sin querer. Ya solo queda disfrutar de la penitencia y realizar nuestra demostración de fe al exterior con la sencillez y humildad que nos representa.

Este es mi “segundo hogar” como ya he dicho, mi barrio, mi hermandad, pero mi “segunda familia” dentro de la semana santa la encontré en el año 2003, aunque por entonces aún no lo sabía, cuando se realizó un vía crucis como conmemoración del hermanamiento realizado entre la hermandad del Vía Crucis, a la que prácticamente no conocía, y mi hermandad. La imagen elegida para ese acto fue la de Nuestro Padre Jesús del Vía Crucis. Esa noche hubo devoción a primera vista. Al año siguiente salí a acompañarlos con mi hábito, y al siguiente también, y al siguiente… me hice del Vía Crucis.

Tenía que pertenecer a esa hermandad, a esa pequeña gran familia que me acogió con tanto cariño desde el primer instante en el que llegué, pero no solo cuando me hice miembro sino antes cuando sólo les acompañaba en ese duro recorrido que realizaban de noche… y ese frio… pero aún así. También y muy especialmente sentía que tenía que portar esa preciosa imagen que me producía ternura, devoción, con esa sencillez… y ese año que decidí por fin hacerlo, ¡se estrena la nueva imagen! Qué locura… ¿Y ahora?, nada. No pasó nada, porque cuando, con ciertas reticencias, me acerqué donde se encontraba, le tuve frente a mí, a solas, le miré y me miró, supe que era el mismo y que todo seguía igual. Junto a ellos, mi “segunda familia”, cada año soy más honrada que el anterior si cabe por llevar a Nuestro Padre Jesús del Vía Crucis en mis hombros compartiendo su camino de la cruz con cada uno de ellos.

Tal y como sucede en la vida cotidiana, si te falta un hogar y una familia no eres del todo feliz, yo no podría serlo sin alguna de las dos hermandades a las que pertenezco y de las que cada día estoy más orgullosa de formar parte pese a los obstáculos que puedan surgir, como ocurre en todas las casas.
Gracias a ambas por provocarme estos sentimientos de los que espero jamás desprenderme en cada una de nuestras salidas penitenciales futuras. 


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37ª Entrega (13/04/15) por ... Rubén Matas Vicente (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz y Cofrade y Tesorero de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón y de la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía)


Corría el año 2005 cuando entré a formar parte de la gran “familia azul” que es la Cofradía de la Vera Cruz. Siempre recuerdo aquel 21 de marzo, Lunes Santo, mi primer desfile procesional. Nervios, emoción, ilusión, muchas ganas,…. Preciosos momentos que siempre quedarán grabados a fuego en mi memoria. Accedo al interior de la Capilla y no puedo más que fijar mi mirada en aquél Cristo crucificado, el Cristo de los Doctrinos, ubicado sobre un monte de cardos, y en esa Virgen vestida de luto, Nuestra Señora de la Amargura. Poco a poco pasan los minutos y llega la hora de la salida. Se abren las puertas... Llegó el momento… Comienza mi primera procesión como cofrade. Una bella experiencia que nunca olvidaré. Y del mismo modo disfruto desde dentro la procesión general del Santo Entierro en aquella tarde de Viernes Santo, con aquellas obras de arte preparadas ya sobre sus andas para desfilar (La Flagelación del Salvador (Los Azotes), El Balcón de Pilatos (La Caña), La caída, El Calvario, Nuestro Padre Jesús con la Cruz a cuestas, la Virgen de los Dolores y el Sepulcro).

Es en el año 2008 cuando me ofrecen formar parte de los hermanos de carga de la Flagelación del Salvador, popularmente conocido como “Los Azotes”. No dudo y acepto muy gustosamente. Una nueva experiencia que siempre quedará en mi recuerdo. Y es el momento de agradecer a todas aquellas personas que formaron y siguen formando parte tanto de la Cofradía de la Vera Cruz como de ese magnífico grupo de carga de Los Azotes, que me recibieron con los brazos abiertos e hicieron que viva la Semana Santa de una forma muy intensa.

Dos años más tarde, dos personas muy importantes para mí me invitan a hacerme hermano de la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía y de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón, y es en el año 2010 cuando empiezo a formar parte de estas Hermandades. Recuerdo mi primera procesión en la tarde del Domingo de Ramos con la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón, cuando fijé mi mirada en la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, ubicado en el interior del Convento de las RR.MM. Bernardas. Indescriptible la sensación y el sentimiento que recorrió todo mi cuerpo. Y aquél momento, uno de los más relevantes de nuestra Hermandad del Perdón, el indulto del preso… Sin duda uno de los momentos más impresionantes de mi vivencia como cofrade. Y qué decir de mi primer desfile procesional con la Seráfica Hermandad aquella tarde del Jueves Santo del año 2010. Muchos nervios y emociones habitan en el interior del Convento de las RR.MM. Úrsulas. 4 magníficos pasos se encuentran ya preparados para recorrer las calles del centro de Salamanca. Nuestro Padre Jesús en su Prendimiento se va acercando poco a poco a la puerta, donde se agolpa una multitud de gente. Después Nuestro Padre Jesús ante Pilatos, y detrás el Santísimo Cristo de la Agonía y la Virgen Dolorosa. Momentos inolvidables que siempre quedarán en mi recuerdo. Y tres años más tarde entro a formar parte de la Junta de Gobierno de la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía y de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón, primero como segundo secretario y actualmente como tesorero.


Y no puedo dejar de escribir unas breves líneas acordándome de todas aquellas grandes personas que me he ido encontrando por el camino, y con las que he entablado una gran amistad. Gracias a todos ellos por hacerme vivir la Semana Santa de una forma tan intensa y hacerme pasar ratos muy agradables que me acompañarán a lo largo de mi vida.

Y cómo no, gracias a Piedra Nazarena por dejarme formar parte de esta sección y gracias también por colaborar tanto en nuestra Semana Santa.




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36ª Entrega (30/03/15) por ... José Manuel Ferreira Cunquero (Pregonero de la Semana Santa de Salamanca 2015. Participó en las primeras reuniones fundacionales de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz. Salió con farol los dos primeros años y a partir de 1973 fe Hermano de Paso. Salió junto a otros miembros de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, dos años con el Cristo del Perdón y el Cristo de la Agonía, gracias a un acuerdo que realizaron, para que a cambio de su presencia en esas procesiones, se les dieran las flores del paso del Cristo de la Agonía, una vez acabada la procesión, para ponérselos al Cristo del Amor y de la Paz. Actualmente es Vicepresidente de la Tertulia Cofrade Pasión)


"Momentos de mi pregón"

Cuando, a mediados de diciembre, José Adrián Cornejo, presidente de la Junta de Cofradías Hermandades y Congregaciones, me ofrece la oportunidad de ser pregonero de la Semana Santa de Salamanca, se me viene a la cabeza, para reforzar la ilusión de acometer tan importante proyecto, la posibilidad de tener a mi lado al Cristo del Amor y de la Paz.

En aquellos primeros días, solo pensaba en cómo estructurar el pregón, pues, desde mi punto de vista, esta es la base fundamental para que una disertación de este tipo tenga la armonía necesaria para suscitar el interés que se busca.

Es en la tarde del día de Noche Buena cuando comienzo a emborronar los primeros folios, acompañado por la música semansantera que forma parte de mi inspiración cuando acometo proyectos de este tipo.
Las imágenes de la Semana Santa, que tanto me atraen desde siempre, van a ser la referencia de mi senda por la Pasión del Señor. Por tal motivo escojo de forma muy concienzuda las que pueden representar a las distintas cofradías. Todas las cofradías han de estar representadas, como así lo he hecho y queda patente en mi pregón,  editado al completo por la Junta de Cofradías y leído en su totalidad en el teatro Liceo el día 24 del mes en curso. Todos los allí presentes lo pueden corroborar.

Y así de forma aleatoria y siempre bajo la dirección bíblica de la Palabra sitúo los hechos pasionales en este Gólgota salmanticense, donde las piedras son lienzos que recogen las sombras que acuna con tanto cariño la noche. La ciudad y sus calles, recuerdos y gozos que marcan siempre como punto de partida y conclusión la referencia pascual que a todos nos redime a través de la sangre de Cristo.

La responsabilidad de ser el foco de atención de todas las miradas tuvo un peso fundamental cuando se hizo público, que este humilde poeta, sería el pregonero de este año del Señor 2015.

Cuando estás sobre el escenario y mediando la poesía de la sinceridad por medio, es muy difícil dominar la emoción. Mucho más si tienes a tu lado la imagen que durante toda tu vida ha sido compañera y testigo de tu breve pero intensa caminata por los senderos del cristianismo. Una imagen a la que alumbré con un farol en los dos primeros años de su andadura, para pasar después, durante muchos años, a compartir al lado de ese extraordinario artista y gran amigo que es Andrés Alén el peso del bendito Cristo, que es gran Señor del Arrabal del Puente y sus contornos trastormesinos.

La vivencia ha sido única y con toda seguridad estará ligada a las querencias del interior como algo inolvidable, sintiéndome cerca de mucha gente, que me animó creyendo en mi designación como pregonero.
Solo puedo estar agradecido, primero a quien tuvo la osadía de otorgarme tan alta distinción y después a todos los hermanos mayores, cofrades y amigos que me han mostrado su cariño cercano y sincero.

Ser pregonero, es el más alto honor que puede concederse a un poeta que ama y quiere a su Semana Santa. Unir mi nombre a los insignes hombres de letras que me antecedieron en el pasado, me sobrecoge, y tal distinción, ha colmado la más alta de las satisfacciones personales que mi Semana Santa podría ofrecerme.
Después de haber anunciado y ensalzado los días santos salmantinos, solo me queda desearles a todos los hermanos cofrades, una feliz Pascua. Todo lo mejor para ellos y para todas y cada una de las Cofradías y Hermandades de nuestra Salamanca.



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35ª Entrega (23/03/15) por ... Mercedes Martín García  (Cofrade de la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y la Purísima Concepción de la Virgen, su Madre "Vera Cruz", Hermana Mayor del paso El Balcón de Pilatos "La Caña" de la Vera Cruz y cofrade de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz)


Si me piden que eche la vista atrás en mi vida para ver cuando se forjó mi Alma Cofrade, la verdad es que no sabría decirlo, yo creo que mis padres me trajeron así al mundo, con esta marca de fábrica. La verdad es que nunca he tenido antecedentes cofrades en la familia, aunque mi madre me llevaba muchos años a la procesión del Cristo de los Milagros y al besapies de Jesús Rescatado. Pero puede decirse que en los armarios de mi casa nunca hubo capirotes ni hábitos de Semana Santa.

Todavía me recuerdo de pequeña tocando a ritmo de procesión con dos lapiceros de esos que tenían goma en un extremo en una caja de bombones, o haciendo a mis padres ver procesiones aquí, allí, y otra vez, y otra más, y ahora… ¡a la siguiente!. Los domingos de misas en los dominicos con mis padres, ellos escuchando la misa y yo pegada a los barrotes de la capilla donde entonces permanecía montada en el paso todo el año la Virgen de la Esperanza, para luego finalmente poner una vela “de las de antes” y llevarme a casa el papelito en blanco y negro con la foto de la Virgen que luego coloreaba con las “plastidecor” (¡qué recuerdos!).

Pero por unas cosas y otras, la verdad es que tardé tiempo en poder ser cofrade, hasta que no tuve 19 años no entré en la que fue mi primera cofradía de Semana Santa: la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, donde llevo como hermana de carga de María Nuestra Madre unos 13 años, desde que entré.

Allá por 2010, recuerdo como si fuese ayer la conversación de aquella tarde de café con las amigas, en la que yo dije: “A mí esto de solo el Jueves Santo me sabe a poco” y una de ellas me respondió: “Pues vente a la Vera Cruz, que allí hace falta gente, y no será por días para salir!!”. Y a mí en ese momento se me encendió el piloto azul en el corazón, pensé: “¿Por qué no?”.

Desde aquél año entré a formar parte de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, y del que desde el principio se convirtió en mi paso del alma (sin detrimento hacia los demás): “La Caña”. ¿Por qué mi paso del alma un paso a ruedas? Pues porque mi amiga y su hermana, por aquel entonces hermanas mayores del paso de La Caña, me acogieron con los brazos abiertos (jamás dejaré de agradecérselo), porque ha sido un paso de ambiente inmejorable, como una pequeña familia en la que estábamos todas a una. Recuerdo aquellas tardes de montajes, de experimentar hasta dar con el nudo que queríamos para atar las manos al Señor (fotos incluidas para que no se nos olvide al año que viene), de estrés y nervios organizando el famoso “protocolo lluvia”, jajaja. Sé que ellas me entienden. Solo guardo recuerdos buenos. En todo este camino en la Vera Cruz he vivido muchas cosas, he encontrado amigos, y estando viviendo uno de los peores momentos personales de mi vida ellos me han sacado a flote. Gracias también al coro de la cofradía!! porque habéis sido amigos, porque dicen que el que canta su mal espanta…

Por todas estas cosas vividas, este año decidí darle a mi paso del alma y a la Vera Cruz un poquito de todo lo que me ha aportado, y de este modo me puse codo con codo con la que considero una hermana casi, Verónica Santos, a trabajar para intentar sacar a hombros el paso de “La Caña”. Han sido muchos ratos de pensar como buscar a gente, de trabajo, de dedicación, pero también de unión y de satisfacción. A día de hoy puedo decir que me siento orgullosa de ser la Hermana Mayor del paso El Balcón de Pilatos “La Caña”, del grupo de chicas que hemos reunido porque todas ellas “son La Caña”, son maravillosas, y sin ellas no sería posible que estemos a punto de ver salir a hombros por la puerta de la Capilla de la Vera Cruz el primer paso de grupo escultórico de Salamanca cargado únicamente por mujeres: “La Caña”.

Una palabra para definir lo que siento: GRATITUD
Una palabra para definir mi Alma Cofrade: SIEMPRE….




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34ª Entrega (16/03/15) por ... Vicente Martín Asensio (Cofrade de la Hermandad Dominicana, Cofrade de la Hermandad de la Soledad de San Buenaventura de Sevilla, actor y dibujante. Realizador de diferentes exposiciones, como "Rostros de la Pasión" y creador de "Manolín, el niño costalero")


Os propongo un ejercicio divertido: Buscar de entre nuestros recuerdos el primer día en que decidimos ser cofrades. Yo lo recuerdo como si fuera ayer y francamente me llena de alegría. Caminar de la mano de mi hermano Ricardo y firmar un extraño documento a través del cual me comprometía a contar mis años por Cuaresmas. Desde mi niñez, he disfrutado del mundo cofrade por su vinculación con el arte fascinándome y maravillándome  a cada momento. Porque aquí siempre hay cosas por descubrir. Cada Semana Santa en cualquier lugar es un mundo distinto.
Hablar de Luís Salvador Carmona, Bernardo Pérez de Robles, Damián Villar, Montañés, Juan de Mesa, Duarte, Navarro, etc. es hablar de los autores que motivaron mi inclusión en la Facultad de Bellas Artes de Salamanca. Aunque siempre he sido un apasionado del dibujo, la escultura ha sido una constante en mi vida. Del frío plomizo y austero de primavera en mi ciudad al suave olor de azahar en una calle cualquiera de Sevilla. Así han sido mis Semanas Santas. Amigos, familia y sobre todo alegría. Alegría por ver cómo llega un tiempo de disfrute que para mí nunca se va en todo el año.
Quizá lo más importante de todo esto son los grandes amigos que se hacen. Amigos que aunque sin perder el contacto durante el año son con los que durante esta época vuelves a verte de nuevo y a disfrutar de la amistad durante minutos y minutos de animada tertulia cofrade. Que le vamos a hacer, si somos así.
Después de dedicarme de lleno a mi profesión, soy miembro de Spasmo Teatro, y aparcar mis dibujos durante un tiempo vuelvo a mis 35 años a meterme de lleno en el mundo de la ilustración. Junto con el apoyo incansable de mi mujer, el cariño de mis dos hijos y juntando mis dos pasiones, el dibujo y las cofradías, surgió Manolín, el niño costalero. Un personaje creado para entretener y divertir al lector con una temática novedosa en el mundo del cómic. El mundo cofrade. Las historias corrientes de este niño, con una profunda tradición costalera, nos cuentan como disfruta y vive la pasión por la Semana Santa.
Solo un loco como yo por los dibujos animados decide, después de cargar su mochila con maravillosas experiencias cofrades e inspirándose en mi hijo mayor, Diego, comenzar a elaborar este universo de viñetas costaleras.

Yo siempre he dicho qué, aunque yo no sea sevillano, mi Manolín si lo es. Y todo esto producido probablemente por mi cariño al costal. Siempre que mi profesión me lo ha permitido (Aquí tiene mucho que ver el apoyo de mis compañeros), he disfrutado de esto, por lo tanto, que Manolín apareciera en mi vida, era cuestión de tiempo.

Desde muy pequeño comienza la ilusión por el mundo de las trabajaderas, y yo, no soy una excepción. Me viene de familia. La distancia no es un impedimento y desde la adolescencia siempre he vivido la Semana Santa Salmantina y Sevillana. Mi sueño era poder ser costalero y un día, junto a mi hermano, sin saber cómo ni por qué lo conseguí. Un privilegio, del que hoy en día me siento orgulloso. Ser costalero es un oficio con solera, que no todo el mundo tiene la suerte de poder ejercer. Se sufre y se disfruta, se llora y se ríe. Todo en un suspiro. Cuando quieres darte cuenta ya ha pasado esa dulce semana.

El exitoso Manolín tiene un gran número de fans. En Facebook ya llegamos a los 6500 y en Twitter superamos los 4500. Todos ellos de distintas partes de España, con gran presencia de andaluces. Incluso en el extranjero, países como Francia, Italia, EEUU e Inglaterra no se pierden las viñetas de Manolín. Para elaborarlo me inspiro en las cosas cotidianas de la vida. En acciones o vivencias que, como costalero y como padre, me ha tocado vivir. La verdad que tengo un montón de ideas en la cabeza. Lo difícil a veces es organizarlas. (Risas)

Luego su proceso de creación  es de lo más tradicional posible. Sigo el patrón de los dibujos de cómic tradicionales. Primero se realiza un boceto que se extrae de lo que llamamos tormenta de ideas. Se suele realizar a lápiz. Esbozo las distintas formas de dibujar la historia que quiero contar y luego, con el boceto definitivo, se pasa a tinta. Posteriormente se digitaliza para darle color. Con el dibujo definitivo junto con un breve texto se sube a las redes sociales para compartirlo con todos los “Manolines”.


Gracias a Piedra Nazarena por darme esta oportunidad, por dar una oportunidad a Manolín.
¡Olé el arte!



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33ª Entrega (09/03/15) por ... Andrés Alén Sánchez (Pintor y cofrade)


Aquel Jueves Santo
Los Jueves Santos  siempre fueron especiales en mi casa. Los blancos lienzos de los hábitos recién planchados ocupando el salón como si estuviéramos de mudanza, parecían iniciar un tiempo nuevo como otros lienzos blancos cuando sueñan ser ungidos por el oleo para convertirse en paisaje. Toda la familia, hermanos de Amor y Paz. Año tras año, mi casa teñida de blanco.

El rito era madrugada de claveles; los pasos se adornaban bien temprano. Después la algarabía de toda la Hermandad desfilando ante ellos  desplegando el orgullo de sentirse parte de tanta belleza, y ya, un tanto nerviosos,  compartiendo la chocolatada y los churritos, mientras te ponías al día de todas las novedades y  todos los chismes Semanasanteros. Cuidado no os manchéis de chocolate, que todos esa mañana reluciente iban de capillita de estreno, vamos, lo que se dice de dulce.

Me parece mentira que la bella Iglesia del Arrabal que terminó por permanecer cerrada al culto todo el año, aquellos Santos Jueves sonriera de juventud de tal manera. Ya no estaba en soledad el Cristo ni el hermoso mural trinitario que pintara Genaro de No, que nos miraban desde lo alto.




Muy pronto, en vespertina tarde de pestiños y torrijas,  bajamos al Arrabal, a los oficios, toda su planta revestida, níveo palomar, con ansias de esa paz que pregonamos.

Casi no me había dado cuenta de que mis dos hijos, a los que tantas veces llevé de mi mano a esta marcha penitencial que rebosaba lozanía, habían crecido hasta alcanzar la estatura de la hombría,  pero aquel Jueves Santo se acrecentó mi emoción hasta el escalofrío, eso que se nota cuando se ensancha el pecho y el pulso te señala una fecha para que el tiempo se pare un instante y lo respires, profundamente amalgamado con la vida.

Aquel Jueves,  por vez primera los tres tuvimos sitio bajo las andas para portar al Cristo. Nunca creyera tan ligero el peso del Cristo de la muerte leve, nunca tan corto el camino bajo su sombra vertical de luna llena. Ni el abrazo de sus brazos extendidos, tan amplio y tan  hospitalario, creí entonces que el suave compás que marca el paso de este Cristo de Amor y Paz que cruza el puente hacia la montaña catedral de agudas cimas, no es más que el pulso de un corazón común que llama y une.

Ya sabéis que esta marcha penitencial transcurre entre juncales, luces de ocaso de hermosa primavera, que sube, casi vuela en aleteo hasta las bóvedas de crucería del gran templo, que la ciudad dorada es, si cabe,  aún más bella en ese día, que contagia  silencios mientras reza, que es amada solo por ese Cristo que culmina todo lo mejor en lo que creemos. Como sabéis, que hay sentimientos que nos tocan  de tan rara manera que nos hacen sentir o soñar en ser mejores,  que nos hacen caminar acompasados, por una vez, el alma en punta, la música casi un eco que deshace la noche y mitiga el recelo de ver que ya de vuelta, también la noche acaba; mi Cristo en casa, y el fraternal abrazo , aquel Jueves Santo que por vez primera yo con mis dos hijos andamos a su paso. 


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32ª Entrega (02/03/15) por ... José Manuel Ferreira Cunquero (Pregonero de la Semana Santa de Salamanca 2015. Participó en las primeras reuniones fundacionales de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz. Salió con farol los dos primeros años y a partir de 1973 fe Hermano de Paso. Salió junto a otros miembros de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, dos años con el Cristo del Perdón y el Cristo de la Agonía, gracias a un acuerdo que realizaron, para que a cambio de su presencia en esas procesiones, se les dieran las flores del paso del Cristo de la Agonía, una vez acabada la procesión, para ponérselos al Cristo del Amor y de la Paz. Actualmente es Vicepresidente de la Tertulia Cofrade Pasión.


Seguramente sea esta edad, en la que la nieve de los años puebla las cimas del cabello, la que me obliga a mirar a la Semana Santa de los años de la gran crisis, cuando en las calles solitarias, podíamos contemplar, impotentes, la desastrosa penuria de aquellas procesiones…

Eran años en los que un grupo de gente, (cofrades todos de ilusión y esperanza intocable) dieron cuanto tenían, sin medir esfuerzos, para salvar lo que se vaticinaba como ruina insalvable. Aquellos dirigentes de cofradías y penitentes anónimos, deben ser, en nuestro corazón cofrade, queridos y amados por todo lo que nos legaron de forma tan desprendida.

En aquel contexto desolador aparece al otro lado del río, con el entusiasta apoyo del párroco de la iglesia del Arrabal, don Rafael Sánchez Pascual, la Hermandad que va a ser decisiva como revulsivo de todo lo que va a ocurrir en aquel tiempo, glorioso, en el que la ciudad cae en la cuenta de que la Semana Santa procesional constituye uno de los grandes patrimonios de nuestro rico y preciado tesoro tradicional.

He de reflejar, para que el tiempo nunca lo mancille con el olvido, que en aquellos tiempos, varios hermanos del Amor y de la Paz, procesionamos (hermosa palabra, ya reconocida por nuestro diccionario, gracias a la Tertulia Cofrade Pasión de Salamanca) con el Cristo del Perdón y el Jueves Santo con el de la Agonía. Aquella experiencia seguramente fue la que marcó de forma definitiva mi amor incuestionable por esta Semana Santa del corazón, con la que no puede, en mis querencias, competir ninguna otra.

La colaboración con la Seráfica Hermandad salmantina, no era más que un trueque de compromisos y esfuerzo. No puedo olvidar aquellas carreras interminables por la Compañía y el Puente Romano, con los claveles del Cristo de la Agonía que, en aquel mismo anochecer, debían ornamentar el paso de la que es para mí tan querida imagen del Arrabal.

La aportación de la Hermandad del Amor y de la Paz en aquel tiempo tan complicado, hizo posible que pasos emblemáticos de la Semana santa salmantina fuesen llevados a hombros de forma desinteresada, hasta que germinó la simiente en la juventud, que despertó en el seno de algunas cofradías que se habían adormecido, contra su voluntad, en el más claro de los abandonos.

Pero el caso es que ahora, hemos de vivir este tiempo tan complicado en el que, pese a todas las dificultades, se sigue construyendo el sello semanasantero, que ha de estampar sobre la historia lo que, pese a todas las controversias y desencuentros, no deja de ser un valor a tener en cuenta, dadas las dificultades, que este mundo de la prisa y el derroche propicia, como un asedio hacia el arraigo costumbrista de la religiosidad popular.

Es por esta razón por la que todos estamos obligados a seguir construyendo la personalidad que posibilite el reconocimiento de la Semana Santa salmantina como un ente unitario, que ha de resplandecer en el escalafón más alto de la espectacular Semana Santa española.

He de agradecer a Piedra Nazarena y a todas las organizaciones, medios telemáticos, etcétera, que han ido naciendo, que, desde la diferencia, dentro de la pluralidad, seguro que aportan el punto de vista necesario que nos hará confluir en los territorios del encuentro, donde es posible que todos nos reconozcamos como hermanos en Cristo, gracias a la gran tarea semansantera que en el fondo nos une.

Mi recuerdo especial, muy especial, de nuevo para aquel párroco que más que sacerdote fue amigo de la juventud trastormesina. Desde el corazón, reitero mi total reconocimiento a don Rafael Sánchez Pascual, por haber contribuido de forma decisiva, no solo a la creación de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, sino a que fuese posible que ese Cristo de la Agonía Redentora, que tanto ha sobrecogido al pueblo en la calle, haya logrado ser gran referencia de la madrugada salmantina.

Pronto, muy pronto, el helmántico anochecer recogidamente abrazará estas calles que son excelso calvario de piedra, esperando que la Madre y el Hijo, se encuentren definitivamente, para hacernos saber, una vez más, que en la Resurrección es donde puede justificarse lo que con tanto fervor vamos a expresar de forma pública en la calle.

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SEGUNDA TEMPORADA

31ª Entrega (15/12/14) por ... José Antonio Arroyo Villoria (Hermano del Descendimiento y Santo Entierro de Lumbrales, Cofrade de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, Cofrade de la Hermandad Dominicana, Hermano de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, Archicofrade de la Archicofradía de Madre de Dios del Rosario y Cofrade de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo)


A mediados del siglo XVIII un antepasado tuvo a bien instaurar una tradición familiar que ha llegado hasta nuestros días, el privilegio de realizar el Sagrado Descendimiento y Santo Entierro de N. S. Jesucristo, legado que corresponde a mi familia y a todos sus miembro desde la cuna. En mis primeros recuerdos cofrades me veo correteando entre bancos de la Iglesia Parroquial de mi Villa natal, mientras mis mayores preparaban el Acto del Descendimiento, y luego de la mano de mi madre acompañar al Santo Entierro en procesión, seguido de  la Imagen de Nª Sª de la Soledad, que ya en mis primeros años provocaba en mi un sentimiento especial.

            En mis años de estudiante la vida me trajo a esta ciudad dorada de la que me enamoré. Mi alma cofrade buscó en ella la Pasión tan cercana para mí. Fue deambulando por la naves de nuestra Santa Catedral, contemplando la Imagen de Nª Sª de la Soledad donde volvieron a mí esos sentimientos y comencé a sentir la “Pasión Salmantina” de la mano de la Bendita Madre. Poco después, en un templo cercano, aprendí a tener Esperanza siguiendo la Pasión de Cristo cargado con un pesado Madero, contemplando su Crucifixión, su Buena Muerte, viviendo desde el Dolor de la Madre su Piedad. En esta ciudad volví a vivir ese Descendimiento, para mí tan cercano, pero esta vez, en un escenario bien distinto. Otro Santo Entierro recreando la Pasión entera, siguiendo a otro Nazareno, contemplando su Flagelación y como con una Caña en la mano es presentado al pueblo. Ser testigo de su Caída suavizada por la Verónica con su paño. Sentir la Doctrina de su Crucifixión y Muerte rodeado de los más cercanos y siempre con María en su Amargura de testigo. Recordar como esa  Imagen de Cristo Muerto es colocado en su Sepulcro y nuevamente a la Virgen Dolorosa con su corazón traspasado, esperando que Resucite Triunfante para convertirnos en exultante Alegría en torno a la Cruz del Redentor.

            La Madre, siempre presente, que desde su Concepción Inmaculada supo decir Si hasta el final, se ha convertido en mi referencia para la vida. Contemplar todos estos misterios desde los ojos de la Santísima Virgen, desgranar su Sacratísimo Rosario, han devuelto a vida unos sentimientos en un momento perdidos. Ya no es solo la Pasión, es en suma toda la vida de Cristo con el gran referente de su Madre como ejemplo.

Ser artífice con mis manos de la presentación de estos misterios y de que la Madre resplandezca ante todos reconforta mi espíritu. Llegar a aprender a Desojarnos como Nuestro Señor ante la Cruz por los demás y dar Caridad y Consuelo.

Comprender en suma lo que realmente es importante, Cristo en la Eucaristía, su Sagrada Institución, esperando su Redención.

Termino agradeciendo a Piedra Nazarena que haya contado conmigo para escribir en su sección de Alma Cofrade. ¡Gracias!


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30ª Entrega (08/12/14) por ... Alfonso Barco Martín (Fotógrafo profesional y Cofrade de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad)


Antes de nada, quiero agradecer a los componentes de Piedra Nazarena, la oportunidad que me brindan de realizar mi particular reflexión de lo que es y significa bajo mi mirada, la Semana Santa.

Tengo que decir que llevo 32 años de cofrade y 20 fotografiando la Semana Santa. Durante todo este tiempo, en solo una ocasión me he ausentado físicamente de nuestra Semana de Pasión que no de espíritu. Por encima de todo soy cofrade, hermano de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, mi hermandad. A ella llegué digamos que por casualidad, porque anteriormente nunca había tenido un especial interés por la Semana Santa, no había visto demasiadas procesiones y por aquel entonces acaba de llegar a Salamanca procedente de Andalucía donde tampoco había ejercido de semanasantero. Así pues, en la Semana de Pasión de 1982 me inscribí. Junto con mis amigos echaba una mano a preparar la capilla para las misas. Durante la Semana Santa, pasaba más tiempo en la Catedral que en mi casa. El resultado de aquello es que poco a poco se van acumulando experiencias, vivencias y sentimientos que te van marcando. Particularmente el solo hecho de entrar en la Catedral me da paz y sosiego. Me bastan unos minutos delante de la verja de la capilla de la Virgen de la Soledad para salir de allí renovado. He de decir, que desde unos pocos años para acá, se han convertido en unos momentos preciosos, los que puedo disfrutar los dos días de ensayo que tengo como hermano de paso en las vísperas del Domingo de Ramos. Poder ensayar con tu paso, en la penumbra de la noche, en silencio, entre las piedras del templo y ante la mirada de Nuestra Madre, es algo que no puedo describir pero afortunadamente sí sentir.

Lo de la fotografía vino después. Es a partir del año 1994 cuando comienzo a tratar de fotografiar lo menos mal posible la Pasión de Jesucristo. Al principio buscas los mejores planos, una composición correcta, una toma que muestre nuestra monumentalidad y que realce nuestra imaginería. Con el paso del tiempo, lo que uno va buscando es el imposible. Plasmar en una imagen el sentimiento, la devoción, la espiritualidad de miles de cofrades que una vez al año se visten su hábito y rinden homenaje a su Cristo o su Virgen, en definitiva, conseguir una imagen que huela a incienso. No se si lo habré conseguido, lo que si puedo asegurar, es que voy a seguir intentándolo.


Mientras tanto, sigo contando los días que faltan para junto a mi familia volver a ponerme mi túnica, sudario y guantes negros, atarme el cíngulo y esperar que suene el primer golpe en el llamador del paso que lleva a Nuestra Señora de la Soledad por nuestras calles.





Twitter: @albarcomartin – Facebook:www.facebook.com/barcomartin
Premios:         Primer premio : Año 2007 y 2013 (Carteles 2008 y 2014)
                      Segundo premio: Año 2012
                      Tercer premio: Año 2003, 2010 y 2012



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29ª Entrega (01/12/14) por ... Antonio Borrego Sánchez (Hermano de la Cofradía de la Vera Cruz, Cofrade de la Hermandad Dominicana, Hermano de la Real Cofradía Penitencial de Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora, Cofrade de la Hermandad Sacramental de la Sagrada Cena de Sevilla y miembro de la Tertulia Cofrade Pasión de Salamanca)


Ser cofrade – compromiso con tu cofradía.

Alma cofrade – un modo de vida, en la que uno cree.

Mi alma cofrade me lleva hasta la  Ilustre Cofradía de Santa Vera Cruz, la Hermandad Dominica, la Real Cofradía de Cristo Yacente y de la Agonía Redentora, la Hermandad Sacramental de la Sagrada Cena (Sevilla) y la Tertulia Cofrade Pasión.

Dónde más he desarrollado mi alma cofrade ha sido en la Vera Cruz y concretamente con el Cristo de los Doctrinos y con Ntro. Padre Jesús con la Cruz a Cuestas, en el primero como hermano de carga desde su primera salida procesional  allá por 1985, y en el segundo durante 14 años como jefe de paso.

Se han cumplido una treintena de años como cofrade y Piedra Nazarena me da la oportunidad de expresar mi “Alma Nazarena” pues bien, todo comienza una víspera de Nochebuena cuando el antiguo secretario de la Vera Cruz y a la vez auxiliar de farmacia y como un servidor le ofrece la oportunidad de cargar con un Cristo de la cofradía que van a restaurar y quizás sacar a hombros. Mi comentario fue que no me interesaba nada de la Semana Santa, que no había nacido y ya lo querían matar.

Al estar en contacto por el trabajo, a la semana siguiente quedamos en la Vera Cruz para ver el Cristo en cuestión. Fue tal el impacto que me causó que no supe que decir, llegue a mi casa y comenté lo visto y el 1 de enero de 1984 nos hicimos cofrades toda la familia con el compromiso que si no me gustaba la carga lo podíamos dejar sin ningún problema.

Fue tan emocionante la primera salida que llevo 31 años sin faltar a la cita.
Cada Lunes Santo los nervios están a flor de piel hasta el instante de entrar debajo del paso dónde se produce un efecto calmante.

Salir para hacer la estación de penitencia y hablar con Él , mirar por el hueco de la Cruz y ver sus pies gastados por los besos devotos, pedir por todos y acordarse de los que ya no están y cumplir con mi promesa que Él y yo sólo sabemos, ser sus pies por unas horas, mis hombros sufren por mis pecados que Él perdona y mis pies desnudos en señal de promesa cumplida un año más.

Entrar en la casa grande del Padre, baldosas frías, Santísimo Sacramento, Alabado Sea  Bendito y Alabado, por los respiraderos veo al Cristo de la Agonía Redentora mi Cristo de Jueves Santo, Soledad, Piedad y Jesús Amigo de los Niños todos reciben su oración, pero Él sigue avanzando hasta llegar a su antigua casa, Calle de los Doctrinos, aquí se dice que fue su anterior morada, oración por todos los niños, que poco falta para llegar a su calle favorita, piedras que se clavan como puñales, no importa, un último esfuerzo, Él lo merece.

Se cierran las puertas de su capilla , salud hermanos para todos y que nos veamos todos y no falte nadie.
Un cardo como recompensa, llegamos a casa, todo cumplido un año más, abrazo familiar.
Es Lunes Santo al Stmo. Cristo de los Doctrinos.



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28ª Entrega (24/11/14) por ... Javier Gómez Macías (Cofrade de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, Archicofrade de la Archicofradía Sacramental de María Santísima Madre de Dios del Rosario y San Pio V de Salamanca y Cofrade de la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo)


Se podría decir que yo soy cofrade de nacimiento, que ya salí con el hábito puesto del hospital; un hábito blanco, por cierto, con escapulario y cinturón de esparto.

Aunque nací cofrade, poco a poco ha ido creciendo mi "Alma Cofrade", desde que veía subir Tentenecio a mi Cristo del Amor y de la Paz con mi madre agarrándome una mano y con la otra libre para ver pasar a mi padre y poder dársela según iba cargando al Señor, hasta el día de hoy hermano de 3 Hermandades y dedicando gran parte de mi tiempo a esta "Bendita Locura", a la Semana Santa.

Recuerdo la espera de la gran semana, los hábitos blancos colgaban de las puertas de mi casa, los nervios de Miércoles Santo con los ojos puestos en el cielo y el corazón ya en el Arrabal. Jueves Santo soleado que amanece con chocolate y churros de hermandad. Por la tarde, la preparación y oración horas antes del momento esperado, esos 3 golpes de martillo que abren las puertas, por las que salí con un farol, un madero y ahora ya, debajo de mi Cristo del Amor y de la Paz.

Emociones y sentimientos que no pueden ser descritos en unos párrafos y por lo que me considero un auténtico afortunado de que aun con el paso de los años entre por mi cuerpo un escalofrío, como hace 10 años, tras cruzar agachado, casi rozando el suelo con mis nudillos, el dintel de la puerta del Arrabal. 

Desde hace unos años, el Domingo de Ramos es el día en el que Jesús se despoja de Caridad y la reparte por toda Salamanca. Grata recompensa vivida, fruto de fríos ensayos a la orilla del Tormes.

En su recorrido por las calles de Salamanca, Jesús Despojado luce cada vez que levanta al cielo y llega a cada una de esas personas que salen a verle, a pedirle Consuelo por los que más lo necesitan y a dedicarle una oración. Impresiona ver desde las trabajaderas las caras de la gente a su paso, las miradas fijas en Él y las lágrimas aflorando sobre sus rostros. Me siento orgulloso de poder vivir esa imagen a cada paso que doy debajo del Señor y espero poder vivirlo durante muchos años.

Octubre, tiempo de Gloria, que digo octubre, La Gloria se vive durante todos los días del año. Rosario, una palabra que lleva en ella infinitas anécdotas y momentos vividos a lo largo de los 365 días. Porque yo no era aún archicofrade y me sentía uno más, más bien me hacían sentir uno más, hecho que nunca olvidaré y siempre les agradeceré. Como también debo estar agradecido a la persona que ha sido mi compañero de fatigas en mi corta, hasta el momento, pero intensa vida de archicofrade, al que llevo justo delante de mí en la procesión y que a pesar de todo es mi gran amigo, gracias, gracias de corazón.

Como decía, aún más en octubre es tiempo de Gloria, de Rosario, cuando se ultiman los detalles para que Ella salga por la puerta de San Esteban y comience a repartir baberos por Salamanca.

El sonido de las gubias en el taller, los últimos detalles en los reposteros y pinturas y el ambiente de emoción que se vive en las dependencias de la Archicofradía, es el preludio de una mágica tarde-noche en la que una lluvia de pétalos y cantos de Salve la esperan en su calle, en la engalanada calle Jesús. Así como en la estrechez, donde un escalofrío se apodera de mí, y que sale cuando llega a su casa, donde estará hasta el siguiente octubre. Un año que viviremos activamente en la Archicofradía, con nuestras miradas puestas, si Dios quiere, en la Redención.

Quiero agradecer a Piedra Nazarena la oportunidad que me ha brindado de haber podido abrir mi corazón y expresar mis sentimientos, y culminar estas líneas elogiando su gran labor en favor de la Semana Santa de nuestra tierra.    


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27ª Entrega (17/11/14) por ... Lorena Mateos Muriel (Cofrade de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Flagelado y Nuestra Señora de las Lágrimas)


En primer lugar me gustaría agradecer a Piedra Nazarena su confianza al contar conmigo para esta nueva entrega. Para mí es todo un placer y orgullo colaborar con vosotros.

No sé por dónde empezar. Cada vez que oigo las palabras “Semana” y “Santa” algo se encoge dentro de mí y se emociona. Desde muy pequeña, mis padres me llevaban a ver las procesiones y yo me quedaba fascinada con tanto cirio, tambor y olor a incienso. Pero en concreto recuerdo una noche de Miércoles Santo cuando yo tenía como seis años. El escenario no era otro que la Plaza Mayor y frente al Ayuntamiento, Nuestra Señora de las Lágrimas era bailada mientras los bordados de su manto negro brillaban. Algo me inundó por dentro y quedé prendada de ella, como si me hubiese hablado directa al corazón. Desde entonces, no falté nunca los Miércoles Santo sintiendo como crecía mi fe.

Un par de años después, enfermé gravemente y estuve una larga temporada ingresada en el hospital. Me dieron el alta cercana la Semana de Pasión y me empeñé en saltarme mi obligado reposo sólo para ver a Jesús Flagelado y a su Madre. Los recé tan fuerte esa noche para que me ayudaran a seguir adelante que por un tiempo creí que mi rapidísima recuperación posterior era obra divina. Por eso, todos los años hartaba a mis padres para que me hicieran miembro de la Hermandad para poder seguirlos más de cerca. Y por fin lo logré.

Llevo una década acompañando a Jesús Flagelado y a la Virgen de las Lágrimas en su marcha penitencial y cada año se acentúa más mi fe y mi amor por ambos. Los nervios y la ilusión de cada Miércoles Santo siguen siendo tan intensos como el año en que procesioné por primera vez como hermana de fila. El ritual es siempre el mismo: entrar en el templo para vestirme con el hábito, acercarme a los pasos, mirarlos preparados para salir y sentir como mi pecho se llena de algo indescriptible.

Mirar al cielo y rezar para que no llueva es inevitable. No hay año que no entre en la Clerecía lloviendo y creyendo que ese va a ser el primer año de mi vida cofrade que no pueda salir. Pero contra todo pronóstico, la lluvia nos respeta y cuando vuelvo a entrar en el templo tras cumplir el recorrido no puedo evitar echarme a llorar de emoción. Antes de volver a casa, toca acercarse de nuevo a los titulares y despedirse mentalmente con un: “qué grande eres, Flage. Otro año más que la lluvia no puede contigo”.

Soy una joven cofrade orgullosa de su Hermandad, enamorada de sus titulares, a los que me encomiendo cuando mi vida se tuerce en las adversidades. Cuando lo digo entre mis familiares y amigos muchos no lo entienden y otros simplemente dicen que “no me pega” por cómo visto o me expreso. Pero es que qué difícil resulta intentar explicar con palabras tanto sentimiento a alguien que no lo vive igual que tú. Es algo que simplemente se lleva por dentro.

Mi vida espiritual cambió en esa noche y doy gracias porque Jesús y María viniesen a mi encuentro. Cara a cara, frente a sus altares, en una de esas raras ocasiones en que la Iglesia del Espíritu Santo estaba abierta, prometí seguirlos pasase lo que pasase y no he roto mi promesa. Va a ser difícil que la rompa. De momento, creo que voy por buen camino. 


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26ª Entrega (10/11/14) por ... Sole Martín Mateos (Cofrade de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz)


Y llegó. Llegó el día más esperado del año, el día en que te levantas con más ilusión que un niño un 5 de enero: el Jueves Santo.

Tras dormir lo poco que te han dejado los nervios, te levantas, suplicando antes de subir la persiana por que no esté lloviendo. Abres la ventana y un rayo de sol te ciega. “Este año, sí” piensas, y automáticamente, una sonrisa se dibuja en tu cara.
Sales de la cama de un salto y empiezas a prepararte para bajar a tu iglesia a desayunar en hermandad mientras vas silbando una de tus marchas preferidas.
Te asomas a la cocina antes de salir de casa y ves a tu madre planchando y separando hábitos. –Vaya día se os va a quedar- Te dice –Este año, sí- Contestas. La besas y sales.

El gusanillo en el estómago va aumentando proporcionalmente a la distancia que queda hasta llegar a la iglesia. Bajas del coche y empiezas a ver a los más pequeños correteando de acá para allá. Entras, tragas saliva intentando contener las emociones, y te quedas inmóvil. Ahí están. Ahí están tus titulares en sus correspondientes andas a la espera de salir a pasear por las calles de su ciudad.
En ese momento, ante ellos, empiezas a pensar. Piensas en los que están, los que no están y nos gustaría que estuviesen, en los que les gustaría estar y no pueden, en las promesas hechas y las que se quedaron sin cumplir, en los que te apoyan desde aquí y los que lo hacen desde ahí arriba. En todos ellos.
Sacas tu cámara y aprovechas para sacar unas cuantas fotos, ya que después no podrás hacerlo.
Una vez en casa, con los nervios aumentando por momentos y las emociones a flor de piel, comes algo, aún teniendo el estómago cerrado, que la noche va a ser larga y cansada.
Para ti, el reloj no corre, cada minuto es más largo que el anterior y no ves la hora de salir de casa. Pero esa hora llega, llega y los nervios se han apoderado de ti, te tiembla todo el cuerpo y no eres capaz ni siquiera de hablar.
Bajas a tu iglesia y por el camino, lo único que sale de tu boca es un leve silbido: tu marcha preferida, por supuesto. Entras y ves a todo el mundo como tú, con la misma emoción. La banda afinando en una parte, los niños jugueteando con las chascas en otro… -Mucha suerte- Te dicen, mientras te fundes en un abrazo que te trasmite seguridad.

8:15 de la tarde, el caos inicial comienza a organizarse tras la promesa de silencio, y una vez colocados todos, se oyen esos tres golpes en la puerta, los mismos que hacen que el gusanillo de tu estómago se vuelva loco nada más que se abre. Salamanca espera con ansia al otro lado y vuelves a mirar al cielo por si acaso.
Llega tu turno, coges tu madero, te lo cargas al hombro y, tras una mirada de complicidad a tu compañera, comienzas a andar. Nada más salir por la puerta, sientes que no vas a poder contener más tus emociones, pero a duras penas, parece que lo consigues.
Empiezas a escuchar la Marcha Real, apoyas tu madero en el suelo y, entre los árboles, consigues ver cómo hace su salida tu Cristo. La gente rompe en aplausos y las lágrimas empiezan a caer de tus ojos. Prosigues con tu camino y, a lo lejos, vuelves a oír aplausos, pero esta vez no puedes ver la salida de tu virgen, pero te llenas de orgullo igualmente.
Pasado el Puente Romano, la gente se amontona en Tentenecio y sus palabras de ánimo te reconfortan, al igual que a lo largo del camino, el agua que te ofrece tu gente conocida.
Son las 3 de la mañana y llegando al Puente Romano casi no se ve gente. Las mujeres, con la Virgen,  van más lentas debido al cansancio, los hombres, con el Cristo, las esperan para llegar todos juntos a la iglesia. Agradeces ese tiempo de más y bajas tu madero al suelo para descansar el hombro.
Una vez todos juntos, se reanuda el camino hacia la iglesia y comienzas a ver a gente conocida en la puerta de ésta. No hay la misma gente que en la salida, pero la suficiente para que te sientas bien.
Entras, dejas tu madero colocado y sales para poder ver la llegada de tus titulares.
Una vez se encuentran los dos, se saludan, haciendo una reverencia, y ves cómo vuelven al sitio del que salieron 7 horas atrás, mientras las lágrimas vuelven a brotar de tus ojos.
Dentro de la iglesia todo el mundo se abraza y se da la enhorabuena. Para ti, ahora comienza de nuevo la cuenta atrás. “Sólo entiende mi locura quien comparte mi pasión”


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25ª Entrega (03/11/14) por ... Jesús López Martín (Hermano de la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción de la Virgen, su Madre)


Dirán que me repito pero la historia es la que es. Fue con catorce años, en esa edad en que la madurez quiere abrirse paso entre la adolescencia, cuando una noche de Lunes Santo, frío pero apacible, me llamó. Él iba en unas andas adornadas por claveles, gladiolos y calas, y yo estaba a las puertas del establecimiento en el que uno de los más genuinos cofrades vendía juguetes allá en la Rua. Detrás iba su Madre, en aquellos años vestida de rojo, pero Él, aquella noche solo se fijó en mi, desde aquella noche supe que ya estaba todo perdido, que aunque me gustaba mucho, para mi la Semana santa solo era algo para ver desde la acera, para recrear en casa en dibujos, en pasos de plastilina o en barro que llenaban los rincones, pero sin ser uno de ellos, sin ser uno de los que se ponían el capirote o cargaban los pasos. Desde aquella noche de Lunes Santo me di cuenta de que yo era de “los azules” y que, desde el año siguiente sería uno más de los que le portaran, de los que eran sus pies cada Lunes Santo. Había nacido un cofrade, y así fue. Con quince lo porte por primera vez, como hoy sigo haciendo sin faltar ningún año, ni siquiera los que la vara o el bastón me obligaban a desempeños mayores, aunque solo fuera por un rato. Lo porté en aquellas mismas andas que algún cofrade (q.e.p.d) le hizo casi sin cobrarlas, como después hicimos nosotros otras muchas mas, solo por amor a El, y a su Bendita Madre.

Ya hacía años, me presentaron a uno como Él.  No contaba apenas ni meses, y por causas que desconozco, no fue aquí, ni ante el Cristo de los Milagros donde mis padres hicieron sus votos de seguir juntos hasta que se interpusiera la muerte, como así ha sido.  Ni ante el Cristo de Cabrera, guardián de los campos charros, por los que correteaba de chico mi padre. Fue ante la impresionante Imagen a la que Zamora, cada Miércoles Santo, jura rezar en silencio pidiendo perdón por sus Injurias, y al que este año, después de 37, he podido ver por vez primera en la calle, junto a la mujer con la que comparto y compartiré mi vida.  Allí en su Capilla de la Catedral, en los brazos de mi madre me  presentaron al “Hombre”  por el que llevo el nombre, y quizás por eso me dio más fuerte, quizás desde aquel momento se sembró aquella semilla que años después germinaría con tanta fuerza, cuando me encontrara frente a frente otra vez con Él, personificado en otra imagen, en otra ciudad…

Fue ese año cuando por primera vez se abrieron los portones de la Vera Cruz para mi, y allí los descubrí a todos, tapados con sabanas blancas, o retales de paños de colores y ocultos a la vista durante todo el año. Los pasos señeros con los que decenas de generaciones de salmantinos les habían metido miedo  a sus niños, cuando no obedecían la autoridad paterna. Aquí no había el “coco” sino el “boca ratonera” o el “culo colorao”, y allí, sobre sus pasos ya no daban tanto miedo. Junto a ellos un pequeño grupo de cofrades, cada cuaresma, se empeñaba en adecentar el maltrecho patrimonio para que luciera como nuevo en la calle. Siempre había cruces de mano negras que arreglar y pintar, y purpurina con la que retocar las rozadas carrozas... eran otros tiempos, no mejores ni peores pero si diferentes.

Eran años en los que no se decían tanto las cosas como ahora, se hacían, porque al hacerlas se decían solas. Años en los que sacabas “Los Azotes” con  dos mil pesetas en el bolsillo para pagar al conductor, (porque los conductores los buscábamos y los pagábamos los jefes de paso, no la Cofradía) Años en que los Jueves Santos nos metíamos unos cuantos bajo “El Prendimiento” de nuestra Cofradía vecina porqué en aquella época todos nos echábamos una mano, a lo que se podía y cuando se podía, porque nadie era mas que nadie, ni nadie te miraba por encima del hombro… Años en que éramos los propios “crios”, quienes a fuerza de madurar a las bravas, empezamos a sacar a los niños, ya en corporación  en la Procesión de Ramos, y después de una semana intensa, al Domingo siguiente, el Resucitado nos anunciaba que todo se acababa para volver a comenzar, nuevamente con un año de espera.

Años en que veías como el lunes de pascua, después de recoger, colocar, volver a tapar aquellas antiguas figuras, el portillo de la calle Sorias se cerraba, sentías como las monjas desde dentro ponían “la tranca” y ahí se acababa todo, otra vez a esperar, otro año…

 Y de vez en cuando, durante ese año, cuando los pasos inconscientes te encaminaban hacia la Vera Cruz, el corazón se aceleraba cuando girabas en Ursulas y lo veías, con la ilusión  de que estuviese abierto… pero no, casi siempre estaba cerrado. Así empecé a conocer el duro oficio de ser cofrade, a base de esperar con la misma ilusión del niño que sigue recreando en plastilina los pasos de su hermandad a  que llegaran la época de los capirotes, de sacar las túnicas para airearlas  y prepararlo todo…  Siempre ha habido épocas buenas y épocas malas, así lo cuentan las actas, la historia y según quien le vaya la misa en ello, quizás porque nos empeñamos en  recordar con nostalgia los comienzos, las risas, los buenos ratos pintando cruces y carrozas, los amigos… en definitiva, la Hermandad. Con el tiempo he aprendido que  Dios es un relojero caprichoso, que se empeña en poner prismas de colores a la medida del  tiempo, que es quien acaba poniendo todo en su sitio. No se como lo verán los demás, yo, desde mas cerca o mas lejos, más o menos implicado, lo sigo viendo de un maravilloso azul inmaculado, pues en ese color lo tengo grabado  en la piel y el corazón desde que Él, una noche fría, pero apacible de Lunes Santo me llamó…


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24ª Entrega (27/10/14) por ... Roberto Muñoz Sánchez (Cofrade de la Hermandad del Amor y de la Paz, Caja de la Agrupación Musical de Cristo Yacente y Hermano de la Real Cofradía Penitencial de Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora)


Quiero comenzar esta oportunidad que se me ha brindado hablando de mi hermandad, de mi otra familia. Se puede decir que esta segunda familia, me tenía registrado en su archivo antes que en el propio registro civil, y el culpable de esto fue mi padre. Por lo tanto llevo toda mi vida en el seno de esta hermandad, la cual me ha visto crecer e ir convirtiéndome en la persona que soy hoy en día.

Recuerdo mi primera marcha penitencial, montaje de pasos, chocolatada, y lo mejor estaba por venir. Cinco de la tarde, nos dirigimos a la iglesia, entramos dentro y aun hay pocos hermanos. El recuerdo de ese dia, y de ese momento es algo que nunca olvidare, allí estaban ellos inmersos en un silencio absoluto, adornados con miles de flores y una vela recordando a todos aquellos que ya no se encontraban con nosotros. En ese momento, encontré su mirada, la de mis dos titulares y pude sentir que el momento de comenzar la marcha penitencial, en silencio y respeto hacia ellos había llegado.

Se abren las puertas de par en par, salen los primeros hermanos, y nos encaminamos hacia el puente romano. Llegamos a la catedral y por fin puedo admirar su belleza de nuevo, ahí están saludando a Salamanca por un año más. Volvemos a casa, y sentimos el frio del puente romano, llegamos a nuestra sede y allí esperamos a la madre y al hijo. Primero llega él, y espera a su madre, la cual desde la ribera del puente, busca cómplice su mirada expresando su dolor.

Esta experiencia la he repetido año tras año, como hermano de fila, hermano de carga, y hoy en día, en un puesto privilegiado gracias a un gran amigo. Hace un año, la persona más importante de mi vida ha entrado a formar parte de esta gran familia, y me ha hecho sentir la persona más afortunada del mundo.  No puedo olvidar el resto de personas que han estado junto a mi toda la vida, a aquellas personas que desde hace unos años están con nosotros, y sobre todo a aquellos que han conseguido que la amistad que tenían nuestros padres hace unos años, la tengamos nosotros ahora, y por supuesto a toda mi familia, con la que he compartido todas estas experiencias.

No quiero acabar sin mencionar, mi otra pasión, la otra hermandad gracias a la cual he descubierto mi gran pasión. La Real Cofradía de Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora. En esta Agrupación Musical, me han enseñado mucho de la vida, y el verdadero significado de la palabra amistad. He conocido a grandes personas y grandes amigos. Ellos me han dado todo, me han enseñado a tocar un instrumento el cual siempre he querido tocar, y me han dado la oportunidad de disfrutar día a día de esta pasión. Lo único que me han pedido a cambio, ha sido mi tiempo, el cual con lluvia, con frio y con calor, he brindado sin ningún problema. Gracias de verdad y de todo corazón.

Este año está siendo más complicado de lo que hubiera imaginado, he vivido una situación que no se la deseo a nadie. Gracias a todos aquellos que me han demostrado que la vida sigue, y que esto es solo una piedra en el camino, y como no gracias a vosotros, los que decidisteis que esto se quedara en un susto.


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23ª Entrega (20/10/14) por ... Pablo de la Peña del Barco (Cofrade de la Ilustre y Venerable Congregación de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santo Entierro)


La Semana Santa tras el objetivo. Ante todo sincerarme, en estas lides mi experiencia es corta. Apenas tres años realizando reportajes de Semana Santa y todos para mi archivo personal. De hecho todavía no lo tengo completo, por causa de mi tardía afición a la fotografía y a la Semana Santa, que llegaron de la mano.

Como aficionado a la fotografía he de confesar que vivir la Semana Santa detrás de la cámara, realmente te aparta de la verdadera razón de ser de las procesiones, que yo las entiendo como un acto de fe , recogimiento espiritual y oración.

Personalmente, lo que más me atrae como fotógrafo aficionado es el estudio visual del comportamiento social en estos días tan señalados. Es decir, todo aquello que está al margen de los desfiles procesionales: la actitud del público, el ver personas de toda condición social en espera interminable, quieta, sin moverse del sitio que ocuparon horas antes, deseando fervientemente ver el paso de su procesión, agrupados por regla general a la salida de su parroquia. Contrastan estos con el público del recorrido, que es de un diferente corte social que solo espera el tránsito del “espectáculo” como una curiosidad puntual.

Siempre hay excepciones, pero en general, a través de la fotografía, se aprecia perfectamente la diferencia entre el creyente y aquel que solo siente curiosidad. Tan respetable es uno como otro.

Particularmente, para mí es emocionante fotografiar los rostros de los vecinos del barrio de Pizarrales en la procesión del Cristo de la Vela y Nuestra Señora del Silencio. La humildad del barrio y sus vecinos, junto a la cofradía cuando salen sus pasos, me emocionan. Es, sin duda alguna, el resultado del buen hacer de la parroquia a lo largo de todo el año. Pura esencia del sentir auténtico de la Semana Santa en la inserción parroquial, que contrasta con la pompa señorial que avala la historia y la calidad de los pasos en otras procesiones.  

A mi modo de ver, lo único que hay que vestir en Semana Santa es el alma. Todo lo demás sobra. 


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22ª Entrega (13/10/14) por... Manu Borges Gómez (Cofrade de la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo y colaborador de la Agrupación Musical La Expiración de Salamanca)


Abrir tu “Alma Cofrade” o despojarte de el, que difícil y complicado, pero que maravilloso a la vez. Puede resultar una contradicción, pero los que llevamos una vida que dura una semana o una semana que dura una vida, paseando por la huella del Señor y su Madre, solo podemos comprenderlo y explicarlo desde lo mas profundo de la fe y la esperanza.

Mi vida cofrade ha transcurrido, entre la música y el capirote. Describir esas sensaciones es harto difícil,  sobre todo cuando el tiempo te hace ver, que viajas en un barco a la deriva y que los marineros en lugar de luchar por mantenerlo a flote, se enfrascan en luchas ilógicas, por ocupar el lugar del capitán.

En estos momentos, solo quiero o puedo y debo recordar, tres aspectos de mi vida cofrade. El primero, el de las alegrías. Alegrías por todo lo vivido, vivir el renacer de la Hermandad de Jesús Amigo de los Niños, allá por los años noventa, vivir las ilusiones y proyectos del paso de la Esperanza o vivir las tardes de noviembre junto al “Señor de las Almas”. Vivir la evolución de la música procesional en nuestra ciudad en primera persona, escuchar lo que se ve y ver lo que se escucha, solo unos cuantos privilegiados pueden disfrutar de ello. Con el paso del tiempo, llegaron otras alegrías, quizás algunas estaban destinadas, por la ilusión puesta para que aquello fuera así. Conocer otras pasiones, aprender de ellas, disfrutarlas y comprenderlas. No te hacen mas sabio, pero si te hacen ver, que no todo el monte es orégano y que todo al fin y al cabo, aunque tan diferente, es lo mismo en cualquier lugar, darle culto y continuar la evangelización, de aquel que vino a servir y no ha ser servido.

El segundo, el de las tristezas, es el que peor se instala en mi vida. Es el que a veces te retuerce, te bloquea y te detiene. Decepciones y desilusiones, muchas veces motivadas, por abrir tu alma a los demás y acabar con ella pisoteada, por causa de la sin razón o el egoísmo, quizás también por el exagerado ego y orgullo personal que mostramos a veces los cofrades de esta ciudad. Nunca acabaré comprendiendo tanto protagonismo exacerbado, en lugar de apoyarnos como verdaderos cristianos, los unos en los otros.

Y el tercero, los recuerdos. Y digo recuerdos, porque es lo que solamente queda de ellos, de todas aquellas personas que ya marcharon al encuentro de la gloria. Personas que dejaron huella en tu ALMA y que poco a poco te la van arrebatando, hasta que llegue el día de tu reencuentro con ellos. Personas que dejaron parte de su vida, para que disfrutáramos y cuidáramos de esta maravilla de pasión que llevamos en la sangre y que a veces, si, a veces cuando llueve, es porque lloran desde el cielo, por la tristeza que les causa, observar que no estamos sirviendo, si no que estamos servidos. Personas, como aquel amigo, una triste tarde de octubre (se han cumplido diez años), dejo su Alma Cofrade en una maldita carretera y con ella se llevó parte de la mía. La otra parte, siempre lo tiene presente, cuando en esta estupida pelea cofradiera, recuerda sus palabras. Palabras llenas de verdad, de trabajo, de esfuerzo. Palabras de ayuda desinteresada hacia los demás, solo con el fin de engrandecer el legado que nos dejaron, aquellos que nos precedieron y que seguramente ahora, en estos momentos, debiéramos retomar, para recorrer el camino verdadero de la fe y la esperanza.

Los años pasan y muchas veces me pregunto, cuanto durara el trozo de Alma que me queda. Solo le pido a Dios, que lo aproveche de corazón y que valga para llevar el camino correcto, que sirva para servir.


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21ª Entrega (06/10/14) por... Sora Vaquero Santos (Cofrade de la Hermandad del Silencio)


Para empezar agradecer a Piedra Nazarena el permitirme participar en la sección de “Alma Cofrade”.

La verdad es que desde muy pequeñita, desde que puedo recordar siempre he ido de allá para acá con mis padres, viendo las procesiones todos los años, recuerdo que me ponía al lado de mi padre, y veía pasar los capuchones me dejaba maravillar por los pasos, miraba al suelo y me quedaba boquiabierta observando todos los pies ir al mismo compás, y sonreía y me emocionaba cada vez que coincidía con que alguno de los pasos era bailado ante mi.
Recuerdo también que mi padre tenía y tiene la manía cada año de contar los pares de pies que se ven y después multiplicarlo por el numero de filas que hay para sacar el numero aproximado de personas que lo llevan.
Recuerdo también que la cara de emoción de mi hermano era casi tan grande como la mía, es paralítico cerebral pero le encanta ir y ver las procesiones, y le sigue encantando, de hecho cada vez que me ve con el traje de cofrade se pone tan contento.
Poco a poco la devoción y las ganas de cargar, las ganas de entrar en una hermandad fueron creciendo, aunque no me terminaba de decidir a hacerlo, a pesar de que mi padre insistía.

Pero finalmente me acabe decidiendo, y ahora va a hacer entre diez y once años no estoy demasiado segura que entre en la hermandad, y se lo bien que hice, vi como lo vivían otras personas, pude compartir la experiencia y no solo maravillarme mientras veía como otras personas cargaban con un paso, si no que me pude maravillar siendo yo la que iba debajo del paso.
Cuando pase de cargar el paso
de “La palabra” a cargar A Nuestra Señora del Silencio, tenía en cierto modo miedo, era un cambio un nuevo paso, una forma de “madurar” temía en cierto modo el no poder entrar, o no poder cargarla por el motivo que fuera, pero aquí estoy cuatro años después y sigo teniendo el honor de ir bajo el paso, junto con un grupo de hermanos de carga que a lo largo de estos cuatro años se ha ido uniendo más y más, algo que creo que es importante debajo del paso para poder realizar un buen “trabajo” y también de seguir teniendo como Jefe de paso a Amador García que junto con Julio López son los que en cierto modo han consolidado esa unión entre todos.

En estos cuatro años he ido creciendo y viendo como mi devoción y mis ganas de seguir cargando iban en aumento, recuerdo que el primer año lo pase muy mal, esperaba peso si ¿pero tanto? Pensé que no podría con ello y cuando acabe mi primer pensamiento fue “el año que viene no vuelvo”, pero después cuando estaba en casa ya sin el habito tumbada en la cama y con los ojos cerrados, sintiendo solo los pinchazos que me daban en los hombros, en la espalda me pare a pensar en la satisfacción que había sentido al ver a la virgen a mi Virgen en las calles, esa satisfacción fue aún mayor cuando pasamos el arco de la plaza y se empezaron a escuchar todos los aplausos y allí es cuando me di cuenta que el dolor no era tan diferente a cuando cargaba con La palabra, que eso formaba parte de mi devoción, de mi promesa y de mi penitencia, que era lo que me gustaba y que no iba a cambiarlo por nada, por muy duro que fuera, que quería seguir llevando sobre mis hombros a esa virgen a la que quiero tanto, a la que miro cada noche antes de acostarme o que ahora mismo estoy mirando mientras escribo.
Espero seguir por muchos años bajo ella, creciendo y madurando, aprendiendo y sintiendo esa fuerza que ella nos transmite.


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20ª Entrega (29/09/14) por... Irene del Arco Bóveda (Cofrade de la Ilustre y Venerable Congregación de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santo Entierro)


Hace frío. Mi madre me viste mientras mi padre mete un puñado de golosinas en el bolsillo de mi hábito. Agarro fuerte la mano de mi hermana y juntas entramos en la Iglesia de San Julián. Algunos hermanos caminan de un lado a otro. Mi padre se apresura a cogernos las cruces. Mi madre nos retoca. Huele a flores recién cortadas; veo cientos de ellas adornando los pasos.  Y entonces ocurre; mis ojos se cruzan con los suyos. El Nazareno se ha puesto más guapo que nunca; sabe que es su noche, sabe que iluminará las frías calles de Salamanca a su paso.

Le miro,
Me mira,
Nos miramos.

Me pongo los guantes y salgo fuera. Los hermanos tomamos posiciones. Me sitúo abriendo camino al Nazareno. La puerta de San Julián se abre; no puedo dejar de mirarla. Escucho las trompetas. Comienza a sonar el himno. El Nazareno se asoma poco a poco. La gente que abarrota la calle aplaude. Tras él, El Santo Entierro hace su aparición. Ambos caminan acompasados hasta el final de la calle. Doy pequeños pasos al ritmo de la música. Los salmantinos guardan silencio a su paso. En ese silencio, escucho las cadenas que uno de los hermanos lleva atadas a sus pies.

Han pasado seis horas y el Nazareno ha hecho desaparecer el frío. Es hora de volver a casa. El Nazareno y el Santo Entierro se despiden de las calles. Corro hacia la iglesia. Suena mi marcha preferida. Las puertas se cierran. El Nazareno y El Santo Entierro bailan mientras todos los cofrades gritamos: ¡Viva Jesús Nazareno!, ¡Viva el Santo Entierro!
La música deja de sonar.
Le miro,
Me mira,
             Nos miramos.           

Así pasé cada Viernes Santo de mi infancia; entre túnicas moradas y sus ojos. 
Ahora, con unos cuantos años más a las espaldas, sigo siendo la niña de pelo rizado que se emocionaba al verle brillar con tanta luz, la que rezaba cada año para que no lloviera, la que contaba los minutos para verle, la que vivía y sentía cada paso que daba.

Y desde entonces,
Yo sólo quiero mirarle.




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PRIMERA TEMPORADA


19ª Entrega (16/06/14) por... Juan Conde Cruz (Cofrade de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz y Archicofrade de la Real y Pontificia Archicofradía Sacramental de María Santísima Madre de Dios del Rosario y San Pio V de Salamanca)


Nunca podré dejar de agradecer a esa gran persona, importante en mi vida, quien me enseñó y me guió en cada momento, que hoy no está, pero que su recuerdo siempre quedará en mi corazón, en mi mente… él fue quien me hizo comenzar en este caminar, aunque hubiera un pequeño descanso en el tiempo, pero sé que él siempre está a mi lado, en cada paso, en cada golpe de martillo cada jueves santo, en cada levantá desde que salimos de San Esteban… recorriendo el camino a mi lado y alegrándose por lo que hoy soy…

Tú me lo enseñaste y hoy, cada viernes de dolores tiembla mi pulso al ver acercarse lentamente el día… domingo de ramos y dar la bienvenida a todos esos hermanos y hermanas que comienzan a compartir un sueño con nosotros, ver caminar por las calles del Arrabal a nuestras Imágenes. Miércoles santo día de chándal y escoba, de cenas en hermandad y preparativos, de nervios, lagrimas contenidas... Y llega el jueves santo, el día esperado y ansiado, y después de disfrutar de esa chocolatadala matutina rodeado de gente a la que admiro, me dispongo hacer el juramento ante mi Señor, donde mirándolo fijamente trago saliva y no pestañeo, llega la tarde, inquietud y abrazos se funden en uno, acompañado siempre de ese grandullón que logra esconderse en los lugares más pequeños pero sin dejar de ser el más grande y no solo en estatura. Nervios a flor de piel, manos temblorosas, pero un corazón lleno de amor, esperanza e ilusión. Compartir peso con hermanos y sobre todo con mi hermano, ser un solo hombro más que nunca, un solo respirar, un único latir de corazón, ser uno contigo… no puede haber orgullo mas grande. Verte avanzar por nuestro precioso Puente Romano… ¡que estampa más salmantina!, unir fuerzas en Tentenecio y hacer que Salamanca entera rompa en elogios y aplausos… y como no hacer estación de penitencia ante el Santísimo, pero lo mejor de todo esto… no termina con la llegada de nuevo al Arrabal,  empieza otro año entero de trabajo, actos, reto… pero siempre con fe y devoción.

Durante todo el año los talleres del Rosario no descansan, pero es pasada la Semana Santa cuando comienza nuestra particular cuaresma, comienza la Gloria, la ansiada Gloria… las gubias y lijas se multiplican durante el verano, las mujeres no dan abasto a coser y pintar, guiadas por ese archicofrade que pasa casi tantas horas en San Esteban como Nuestra Señora, el Rincón del Morenito se llena cada tarde de gente buena y con ganas de aportar su tiempo libre en nuestro sueño, y llega Septiembre, tiempo de costal, de olor a incienso y suavizante en cada esquina de mi casa, de convivencias, de ensayos y bocadillos de chorizo, y de ese bófetero que levanta ánimos allí donde va, que enseña, guía… y que nunca pierde la ilusión esa ilusión que nos inyecta a cada uno. Pero como ha de ser… llega el esperado día, después de dejar atrás semanas de ensayos, de toda una noche de preparativos, de poco dormir, de dar el último toque de plancha a cada elemento que nos caracteriza… ya está todo listo, no hay marcha atrás, pero tampoco la queremos, damos pasos firmes, disfrutamos de cada levantá, nos tiembla la voz al cantarte, pero todo siempre ¡desde el corazón! Y es que es maravilloso ver como luces cada Octubre, con el trabajo de cada cofrade sobre tu paso, de cada pintura de las manos más delicadas… No hay nada mejor que ser tus pies y que tú seas nuestros ojos.

Son tiempos de Amor y Paz, de Rosario, de La Santa Cena… de no dejar nunca de soñar, de luchar… Como a cada instante nos recuerda una persona muy cercana y querida “Esto será lo que vosotros queráis que sea”.

Y como no dar las gracias a esa persona que me aguanta en el día a día, la cual siempre me responde con una sonrisa y con la que comparto mi vida y cofradías.

Muchas gracias a Piedra Nazarena por darme la oportunidad de compartir mis sentimientos.


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18ª Entrega (09/06/14) por... María Teresa Álvarez Pérez-Tabernero y Tomás González Blázquez (Hermanos de la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción de la Virgen, su Madre) 


¿Alma cofrade? ¿Puede ser “almas gemelas cofrades”? ¿Por qué no? Domingo de Ramos de 1995. Es la primera procesión de La Borriquilla para Tomás y la quinta para María Teresa. El uno con laurel, la otra con palma. El novato y la veterana. Entre ellos, en la fila de niños azules, Luisa. Ambos, cofrades de la Vera Cruz, con su capuchón de la mano listo para ponérselo al día siguiente. Bueno, María ese año cargó con el llamado “paso de los niños” que salió dos Lunes Santos. ¿Quién nos iba a decir que doce años más tarde, precisamente un Domingo de Ramos, comenzaríamos a vislumbrar un itinerario procesional mucho más largo, charlando mientras esperábamos la llegada de la procesión del Perdón? Quizá por eso, cuando apareció esta fotografía de 1995 en los álbumes familiares, nos hizo especial ilusión. Era como un guiño de aquel Jesús Amigo de los Niños que nos había reunido en una mañana hermosa de estrenos y que en otra tarde igualmente bella, en la que Jesús se hace Perdón desde la Cruz, nos volvía a llamar a su vera. Por eso, siempre que podemos, atendiendo la amable invitación de la Hermandad de Jesús del Perdón, nos gusta representar a nuestra Cofradía de la Vera Cruz siguiendo los pasos del Crucificado que nos despierta mayor devoción de cuantos salen a las calles salmantinas.

Lo bueno del alma cofrade, nos parece, es que no entiende de estaciones. Aunque muchos la hagan ayunar largos meses, ella quiere alimento todo el año. Quiere siempre tener al “dulce huésped”, al Espíritu Santo que revolotea, no tenemos ninguna duda, en los momentos de oración, de formación, de cercanía con los que sufren, de convivencia, de discrepancias también, de hermandad en definitiva, que nos ofrecen a todos nuestras respectivas cofradías. ¿Cómo olvidar aquella excursión de los azules a Medina de Rioseco, cuando supimos lo que era un “contrapalote”? ¿Qué decir de las horas de censos, cartas, correos, actas, reuniones, llamadas cofrades en plenas vacaciones o cenas románticas…? ¿Y ese Lunes Santo suspendido por la lluvia cuando saldríamos juntos por primera vez para hacer estación ante el Santísimo? A Él, siempre manifiesto en nuestra capilla de la Vera Cruz, le dimos gracias tras la boda, y a su Madre Inmaculada, tallada por el inigualable genio de Gregorio Fernández, le dijimos cantando en latines que era “vida, dulzura y esperanza nuestra”. Sabemos cómo y dónde reencontrarnos con nuestra alma cofrade. Siempre es hora de hacerlo. Siempre es momento de acercarse a la capilla dorada del Campo de San Francisco.


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17ª Entrega (02/06/14) por... Emma Iglesias Escribano (Catequista en la Parroquia de San Pedro Apostol en Tejares y Cofrade de la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo)


Repaso mi vida y es inevitable que sea creyente y cofrade, cuando nací me ofrecieron a San Miguel Arcángel, yo creo que fue con él donde empezó mi gusto por las procesiones.

Siendo apenas una niña de 2 años era la primera en bailar al patrón de mi pueblo, que ganas de que llegara el 29 de septiembre para verle de cerca nuevamente. Aunque sin duda, además de navidad, el día que mas me gustaba era el Domingo de Ramos, casi siempre un día soleado, estrenaba mis calcetines calados de perle y mis zapatitos de charol. Que ilusión ir a por mí ramo de laurel para después ver a la Borriquilla y ser como uno de esos niños de Jerusalén que al paso de Jesús batían sus palmas. Por la tarde era obligatorio ir a ver salir al Perdón de las Madres Bernandas, admirar las cadenas que llevaban, mi mirada infantil se sorprendía de lo grandes que eran y mi cabeza intentaba descubrir si bajo alguno de esos capirotes iba ese preso que soltaban en Semana Santa o lo recogerían en la cárcel cuando llegaran allí.

Poco a poco iba creciendo y descubriendo las diferentes procesiones de mi ciudad, Amor y Paz cruzando el Puente Romano, la Universitaria pasando por libreros, el Santo Entierro del que nunca era capaz de contar los pasos que salían, el Miércoles Santo no podía pasar sin ver salir a Jesús Flagelado y Nuestra Señora de las Lagrimas de la Clerecía… a medida que todas ellas pasaban yo no podía evitar presinarme y rezar un Padre Nuestro y un Ave María, yo no veía solo una imagen de madera, yo veía a Jesús y a su madre María, aun hoy al verlos pasar siento ese dolor, su emoción contenida y continuo rezándoles como cuando era niña.
Tuve la fortuna de poder acompañar a mi hermano y la banda en la que toca por diferentes semanas santas del país, fuimos a Málaga, Mérida, Cáceres… allí vi otras imágenes, pero todas me llevaban a Jesús, daba igual el pasaje del evangelio que representara, seguían siendo El.

Los años pasaban y ya siendo una veinteañera llegue a Tejares para ser catequista, allí me encontré con la Virgen de la Salud por primera vez en la primavera de 2005, fui algún día a la novena y un año después a la procesión, poquito a poco llego a mí la devoción a la Madre de Dios, esa la que pedirle que cuide de la salud de los míos y ya no falto a su novena y procesión, porque es como si me faltara de hacer algo ese año.

Y llego mi momento, hace tres años decidí hacerme cofrade, encontré una hermandad que me llenaba, iba más allá de una salida penitencial el Domingo de Ramos, pretendía ayudar a los demás y crecer más aun en la fe. No necesite ver como seria Jesús despojado, era el hijo de Dios y su imagen estaba segura de que sería muy bonita, no me defraudo como tampoco lo hizo su madre María Santísima de la Caridad y del Consuelo; pero a mí me valió el simple hecho de pensar que él se despojo hasta de su vida para tener claro que yo quería ser un poquito como él y que ese era mi lugar, el sitio donde entregar Mi Alma Cofrade.




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16ª Entrega (26/05/14) por... Natalia Dudes Manzano (Cofrade de la Hermandad del Silencio y Archicofrade de la Real y Pontificia Archicofradía Sacramental de María Santísima Madre de Dios del Rosario y San Pio V de Salamanca)


Mi camino de fe comenzó en mi familia, la cual siempre estuvo muy ligada al mundo de la semana santa, del cual empecé a disfrutar cuando era muy pequeña, poco a poco fui conociendo a personas que me introdujeron más en ese mundo y con los años se convirtió en mi pasión, en un modo particular de testimoniar la fe, una forma única de relacionarme con Jesús y con su Madre en el día a día.

Mis recuerdos se instalan en la ilusión de estrenar traje nuevo el domingo de ramos para ir a ver a la Borriquilla en la plaza mayor, el paso de los cofrades por las calles del barrio de la prosperidad sentada en el bordillo de la acera donde les levantaba el hábito para ver que se escondía debajo de su traje, curiosidad, por saber quiénes eran aquellos que se ocultaban tras los capirotes, ese olor a incienso, la suelta del preso y el regreso a casa, la mirada puesta en la clerecía en la noche del miércoles santo para ver la entrada de nuestro Padre Jesús Flagelado y nuestra Señora de las Lágrimas, miedo y llanto al ver llegar al Cristo de la Agonía Redentora a la puerta de las Isabeles, la música de los tambores, el olor a incienso, inundaba estos días, pero, era llegar el viernes santo y saber que había que ir a ver a Jesús Rescatado en familia, para, después acompañar  alumbrando varias veces al palio de la Virgen de la Soledad, devoción que continua en mis hermanas.

Pero, para mí el día más esperado siempre era el sábado santo, donde mi corazón latía con fuerza, donde siempre corría por el pasillo a decir a las cuatro de la tarde vamos que no llegamos a ver al Cristo de la Vela, que no nos da tiempo a coger sitio para ver bajar a la Virgen del Silencio, ponerme a lo largo del recorrido y pensar el año que viene estaré allí, así durante casi nueve años, siempre el mismo ritual, las tardes de lluvia que obligaron a suspender el desfile mi corazón se entristecía porque sentía que era parte de mí, tantas plegarias hechas en los momentos más difíciles, sentirles cerca cada vez que iba a la capilla, miradas que no se pueden explicar. Finalmente, este año pude procesionar junto a Ella, la música guiaba mis pasos, cada cruce de miradas reforzaba mi oración, pero, lo que más me emocionó como siempre fue la entrada al templo, esfuerzo y unión, sentirse hermandad acogida por su comunidad.

Cada vez que me acerco a mis sagrados titulares siento la necesidad de ser luz que alumbra el mundo donde me desenvuelvo y guardar el mensaje de Cristo en el fondo de mi corazón, en el silencio del sábado santo nace la fuerza para realizar el camino de un nuevo año de espera.

Simplemente, tengo la suerte de vivir dos cuaresmas, dos momentos fuertes en el calendario, dado que, cuando finaliza la semana de pasión comienza la preparación para la Gloria, para la procesión de nuestra Madre de Dios del Rosario a la cual acompañó y cuyo proyecto me ilusiona cada vez más.

“Tuve la suerte de descubrir a Cristo con los ojos de María, a través, de las celebraciones litúrgicas y de las procesiones que me ayudaron a entender mejor su mensaje”. 


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15ª Entrega (19/05/14) por... Sandra Martín Mateos (Cofrade de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Flagelado y Nuestra Señora de las Lágrimas)


En primer lugar quisiera dar las gracias a Piedra Nazarena por confiar en mi y dejar que forme parte de esta iniciativa y pueda relatar en estas lineas como siento yo la Semana Santa salmantina, concretamente en mi Hermandad, Nuestro Padre Jesús Flagelado y Nuestra Señora de las Lágrimas.

Llevo en esta Hermandad desde el año 2008, no soy de las Hermanas que se pueda decir que llevo desde que era una niña, pero me siento como si así lo fuera.

Desde muy pequeña veía todas las procesiones de la ciudad pero la del Miércoles Santo,no se, tenía algo especial para mi, era  que se abriera las puertas de la Iglesia del Espiritu Santo, La Clerecía y corria por mi cuerpo un escalofrío impresionante,era una sensación de emoción mezclada con pena  al no poder formar parte de ella, en ese instante.
              
Así pues, decidí que era hora de ponerse manos a la obra y llevar a cabo mi propósito,
formar parte de esta gran familia . Me puse en contacto con el Secretario y me facilitó todos los pasos a seguir y así lo hice. 

Por fin llegó el año nuevo y en él, mi primera participación como Hermana de Fila formando parte de todo aquello que nada tenia que ver a la hora de vivirlo ya desde dentro. Mis nervios eran muy grandes a medida que se acercaban las 21:30  y se abrían esas puertas para mostrar dos grandes tallas, las cuales cuando las miro  no puedo disimular el que me emocione  y mis ojos se humedezcan. Fue un comienzo que nunca olvidaré como Hermana de Fila, viví cada minuto cada segundo y cada paso que daba por la ciudad en su recorrido, hasta su entrada al templo.

Dos años más tarde en un desayuno que se celebraba cada Domingo de Ramos, después de la Eucaristía de la Bendición de los Ramos, decidí que quería formar parte de las Hermanas de Carga de Nuestra Señora de las Lágrimas y me apunté a la larga lista de espera que en ese momento había, una decisión de la cual estoy cada año que pasa más orgullosa y de la que no me arrepiento ni me arrepentiré jamás ya que es tanta la devoción que siento hacía ella que es la forma que tengo de darle las gracias por ayudarme, cuando más la he necesitado.

Me tocó esperar pacientemente unos años, hasta el año 2012, en el cual recibí una llamada de Javier Castilla, mi capataz ahora, comentándome que podía tener la posibilidad de entrar ese mismo año en dicha carga, y así fue, mi sueño se vio cumplido y mi felicidad era tan grande que me puse a llorar.

Por fin llegó ese momento, aún lo recuerdo y todos los años siento la misma sensación es algo que no me explico porque tendría que estar más acostumbrada ya que es mi tercer año de carga, pero para nada, a lo mejor hay personas que leen esto y pueden pensar  que estoy exagerando, pero es que lo siento así.

Nada más que mis hombros se pegan al varal de su carroza noto y siento que está conmigo que me está protegiendo y  guiando. El peso que llevo en mis hombros durante el recorrido no es comparable al orgullo que siento por ella ahora y siempre.                                                     

Sin más, esta  “alma de cofrade”  se despide feliz de trasmitir sus sentimientos.


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14ª Entrega (12/05/14) por... José Manuel Canal Boyero (Cofrade y Segundo Hermano Mayor de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Flagelado y Nuestra Señora de las Lágrimas, Director Musical y Trompeta de la Agrupación Musical Virgen de la Vega)


"...Para que en nuestras flaquezas more tu fortaleza y
nuestros dolores, unidos a los de tu Sagrada pasión, muevan
al Padre a perdonar nuestros pecados y los pecados del mundo..."

José Román Flecha.


Cuesta mucho escribir cuando los recuerdos, las vivencias, las personas, los sentimientos… afloran de golpe al repasar 34 años de mi vida cofrade; el alma siempre presenta la parte mas íntima de una persona, y es la que hoy comparto con vosotros.

Cerrando los ojos mi alma me lleva a la Calle Libreros casi en confluencia con la Plaza de San Isidro, a un pequeño bar (La Casona) del Señor Olegario donde mis padres se reunían con sus amigos (pues vivieron antes de nacer yo en esa zona) para ver el paso de las procesiones. Con la mirada de un niño y el respeto que infunde un cortejo procesional presenciaba el paso de la Hermandad Universitaria. Muy levemente y casi con miedo trataba de tocar los hábitos de los penitentes a su paso. Sonaba la música y las miradas se dirigían a la puerta de la Clerecía: ¡ya sale, me decía mi madre! Y poco después, la Imagen del Cristo crucificado estaba delante de mi. Me gustaba ver el caminar acompasado de los hermanos de paso. De repente el Paso paraba delante de nosotros. Los amigos me cogían y me metían debajo para enseñarme como era todo. En lo que hablaban conmigo las personas que allí estaban y me enseñaban todo el señor Olegario les entregaba algunas viandas para hacer el camino mas llevadero. Todo se cerraba y la Hermandad continuaba su camino.

Pero era la noche del Miércoles Santo, cuando ya salían los primeros capirotes, los que mas me sobrecogían, quizá por esa capa me rozaba al pasar, por esa seriedad y ese silencio… La Imagen de Jesús Flagelado parecía que fijaba su mirada en mi; quien mira a los ojos a Jesús Flagelado nunca olvida su mirada. Dos años mas tarde le dije a mi padre que quería acompañar a este Cristo los Miércoles Santo y así fue. Pasaba la Banda de la OJE como todos los años y en ella venia mi amigo Antonio, me gustaría estar allí.
Quien me iba a decir a mi lo que me regalaría la vida en un futuro.

Cada año mis padres con los amigos de siempre estaban en el mismo lugar ya no solo para ver las procesiones o hacer mas llevadero el camino a los hermanos de paso, sino para ver a ese niño al que ellos le transmitieron una devoción para toda la vida.

Hoy me puedo considerar una de las personas mas afortunados de la Semana Santa de Salamanca. Dirijo esa banda que tanto admirada aquellos años y puedo observar la mirada de ese Cristo, que la sigue clavando en mi, durante todo el desfile. Poder disfrutar de las dos cosas  a la vez, me hacen disfrutar de los momentos mas felices de mi vida.

Mi alma me lleva a desvelar algo íntimo de esta noche mágica. A los pocos años de procesionar con mi Hermandad mi padre decide igualmente hacerse hermano y luego mi hermana. Durante muchos años mi madre, ya sola, siempre estaba allí, en el mismo sitio de siempre para cuando pasara su hijo regalarle una sonrisa que mostraba el sentimiento de orgullo de una madre. Siempre le regalaba un beso y le devolvía esa sonrisa en señal de agradecimiento por todo lo que un hijo debe a su madre. La vida quiso que no pudiera disfrutar mucho de mis padres. Hoy se que desde un lugar privilegiado siguen viendo a su hijo con orgullo ya delante del Paso de Nuestro Señor. Pero yo cada noche de Miércoles Santo, al pasar por ese lugar y por la puerta del bar donde siempre estaba mi madre, sigo mirando buscándola con la mirada aún sabiendo que no la voy a encontrar. Quiero ver de nuevo su sonrisa y poder regalarle mi beso. La busco pero no está… El capirote me ayuda a disimular unas lágrimas que todos los años caen en el mismo lugar. Es entonces cuando mirando de nuevo a la cara  a Jesús Flagelado, como para pedirle explicaciones, siento una paz y una tranquilidad por la cual el dolor se transforma en recuerdos que vienen de golpe y me hacen sentir que sí está. Mis lágrimas cambian por una leve sonrisa y mi beso sale hace al cielo donde al mirar imagino con amor, respeto y agradecimiento la presencia de mis padres.





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13ª Entrega (05/05/14) por... Daniel Cuesta Gómez (Jesuita desde los 20 años, pertenece a la Feligresía de la Parroquia de San Andrés de Segovia, Hermano de la Cofradía de la Soledad al Pie de la Cruz y del Santísimo Cristo en su Última Palabra de Segovia, Hermano de la Cofradía Penitencial de Nuestro Señor Jesús con la Cruz a Cuestas y María Santísima de las Angustias de Segovia y Hermano de la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo)


Nací una madrugada de Jueves Santo, y a las pocas horas pasaba una procesión a escasos metros del hospital. Allí empezaba mi relación con el mundo de la Semana Santa, que poco a poco iría creciendo en mi infancia y adolescencia acompañado por mi familia. 

Nunca olvidaré mi primera salida procesional. Fue una noche de Viernes Santo, en las filas de la Feligresía de San Andrés, acompañando por las calles de Segovia al Cristo Yacente de Gregorio Fernández. Acababa de cumplir seis años y vestía un hábito infantil de alquiler. Cuando mis padres me dejaron en la iglesia, estaba nervioso y recuerdo que el tiempo de espera hasta la salida de la procesión se me hizo eterno. Sin embargo, todo se me olvidó cuando la sencilla cruz de guía de madera salió a la calle y comenzamos a andar lentamente detrás de ella hasta que la procesión concluyó. ¡Hasta el año que viene! dijo una señora cuando el Cristo cruzó el dintel de la Catedral, y dentro de mí supe que, pasase lo que pasase, al año siguiente tenía que estar allí.

Poco a poco fueron pasando los años, y al ritmo de ellos fui cambiando de ubicación en la procesión para situarme cada vez más cerca del Cristo. Durante el año, visitaba a menudo su capilla y ponía delante de él mis alegrías y mis tristezas, mis problemas y mis logros. En especial fueron intensos los años de la adolescencia, donde se me hacía muy difícil creer en Dios, pues todo eran dudas y cuestiones. Sin embargo, en la Capilla del Yacente y sobre todo en la procesión,  todo se volvía mucho más claro. Por ello pienso que, si a día de hoy tengo fe, (y ésta es el pilar más importante de mi vida), ello se lo debo en gran parte a la Semana Santa y a la experiencia de fe que viví cerca del Cristo Yacente y también de la Soledad al Pie de la Cruz.

Cuando llegó el tiempo de la universidad, tuve que trasladarme a vivir Valladolid. Allí todo era nuevo, pero el alma cofrade supo buscar sus caminos y poco a poco me llevó a la Insigne Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Allí encontré al mismo Jesús al que había rezado en Segovia, y también hice grandes amigos que conservo hasta el día de hoy. Pero aunque allí viviera grandes momentos de hermandad, en Semana Santa seguía teniendo una cita en Segovia, con mis feligreses de San Andrés y con el Cristo Yacente, al que debía acompañar en su camino hacia el sepulcro.

En esos años sentí la vocación a la Compañía de Jesús y supe que aquello, aunque daría sentido a mi vida, implicaría alejarme de mi Semana Santa. Así fue, y durante unos años viví una Semana Santa sin procesiones. Sin embargo me sentí muy cerca del Señor al poder servir en aquellos días a enfermos y débiles que en el fondo son "pasos vivientes".

Y así llegué a Salamanca, hace ya cinco años. Y el alma cofrade poco a poco fue llegando hasta la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Despojado. Fue la imagen del Señor el día de la bendición en un primer momento. Después el proyecto de caridad y de pastoral del que se me invitó a formar parte. Poco a poco fui entrando en una hermandad a la que quiero tanto como a la mía y de la que me siento parte junto a todos mis hermanos. Junto a Jesús Despojado y María Santísima de la Caridad y del Consuelo he vivido momentos muy intensos de fe y hermandad, pero también de dificultad y lucha. Por ello creo que nunca la olvidaré, y que me lleve donde me lleve la vida, siempre me acordaré del Despojado, sobre todo al contemplar a tantos despojados de nuestros días.

Ahora me toca esperar destino, no sé a dónde iré, ni si allí habrá cofradías o procesiones. Lo que sí sé es que me llevo dentro de mí grandes experiencias de fe y de hermandad. Y que esta alma cofrade, aunque no pueda contemplarlo, seguirá emocionándose año tras año al saber que en Segovia, Valladolid y Salamanca el Señor y su Madre salen a la calle en Semana Santa. 


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12ª Entrega (14/04/14) por... Luis Felipe Delgado de Castro ((Pregonero de la Semana Santa de Salamanca 2014. Fue redactor y subdirector de COPE Zamora y funcionario en distintas administraciones, entre ellas, Diputación y Ayuntamiento de Salamanca. En temas de Semana Santa pregonó varias veces la Semana Santa de Zamora en diversos lugares, a lo largo de los años, comentarista de TVE en sus retransmisiones de 1988, 1997, 2001 y 2003 y en Salamanca dio el Pregón del Vº Centenario de la Vera Cruz en el año 2005. Ha dado numerosas conferencias y ha escrito innumerables artículos para revistas especializadas en temas de Semana Santa de carácter nacional, regional y local. Es hermano de varias cofradías zamoranas y de la Vera Cruz de Salamanca)

"Mi pregón antes, en y después"

ANTES.-  Noche de Jueves Santo de 2013 en la iglesia nueva del Arrabal. Llueve finamente y la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz no acaba de decidirse a salir. Acabo de llegar de Zamora donde la lluvia ha respetado a la antigua Vera Cruz. Cerca de mí, mi inseparable Javier Blázquez y José Cornejo se acerca a saludarme y me suelta de frente: "Luisfe, quiero que seas el pregonero de la próxima Semana Santa". Contestación rotunda: "¿No has acabado ésta y ya empiezas a pensar en la siguiente? Ya hablaremos". José Cornejo había asistido un año antes en Zamora a mi pregón del Sexto Centenario de la cofradía de la Virgen de las Angustias y sé que le había encantado. Pero yo aquella tarde jugaba en campo propio, conociendo el "terreno" que pisaba, mi tierra, como la palma de la mano.
Las imágenes del Cristo del Amor y de la Paz y de "María, Nuestra Madre", salieron al dintel del templo y a los sones de una sentida marcha se "saludaron" para acogerse a los pocos minutos en el interior. Se suspendía la procesión y yo volvía a Zamora.
Pasó el tiempo. En septiembre volvió Cornejo a la carga y se encontró nuevamente con una rotunda negativa. Ni tenía ganas ni fuerzas para aceptar un encargo de tal envergadura, un compromiso para el que consideraba mucho mejor preparados y dispuestos a algunos salmantinos. Incluso le di nombres. Su insistencia, en vez de decrecer, fue aumentando con el paso de los meses y en una comida de amigos en los días de la navidad, le cerré la puerta definitivamente. Vamos, así lo creí yo. Pero no se dio por vencido y empleó una hábil artimaña, mi amistad con Javier Blázquez, para convencerme. Javier me habló del honor que suponía el encargo y la deuda que tenía con esta ciudad que, de forma tan excelente, me acogió años antes y había valorado mi trabajo profesional de manera tan afectuosa. Quedamos en hablar después de Reyes y el 22 de enero, tras hablar con mi esposa, le confirmé mi asentimiento. Y al día siguiente, supongo que por si me arrepentía, convocó rueda de prensa y anunció el nombre del pregonero. Y así, y solo así, es como llegué a aceptar este gran honor.
Pasados unos días, y después de reflexionar sobre el camino a seguir, tracé las líneas de mi pregón. Deseaba que fuese un canto de admiración y de amor a esta ciudad que se me ha metido tan en el alma. Y de gratitud por tanto como me ha dado en estos años.  Tenía que acercarme con el corazón y la fe a esta Semana Santa que, como he vivido algunas veces, tiene pasajes, momentos y cuadros espléndidos, religiosa y estéticamente,  y destila puro evangelio en algunas de sus procesiones.
La elección de la imagen que deseaba para presidir mi pregón no fue difícil. Quise una Madre, una de las advocaciones marianas más queridas en la ciudad y propuse al Consejo Rector cuatro imágenes de gran valor artístico y sentimental. La primera, la Dolorosa de la Vera Cruz, al ser hermano de la misma, aunque con un serio inconveniente, la celebración en el día del pregón de los cultos de su novenario. Cornejo se encargó de hablar con la directiva de la cofradía y con el bueno de don Pedro, su capellán, que no solo aceptaron sino que apoyaron mi solicitud por lo que no hubo que recurrir a las otras imágenes de la Virgen que había apuntado y cuyos nombres no voy a decir ahora aunque creo que están en la mente de casi todos. Y además siguen contando con mi devoción y predilección.
Y así, sin prisa pero sin pausa, fui componiendo el texto del pregón, con tachaduras, retoques, ideas pasadas al papel y al ordenador, dando cuerpo al texto que habéis escuchado y está editado en un libro magníficamente ilustrado en portada e interior por mi amigo Andrés Alén, una de las pocas personas que conocían la imagen que presidiría el pregón y dispuso una bellísima portada con el rostro de la querida Dolorosa.


EN.-
El martes 8 de abril fue un día inolvidable en mi vida. Está ya escrito en mi corazón con las mismas letras que aquel lejano pregón en Zamora, el 4 de abril de 1982. O de aquel acto ante SSMM los Reyes en Zamora el 26 de febrero de 1997. O de tantos otros momentos en los que volqué mis conocimientos y mi corazón en pro de esta manifestación religiosa de nuestro pueblo a través del micrófono de las emisoras de radio y televisión o de periódicos y revistas.
 Agradezco su compañía y cariño a los amigos que vinieron desde Zamora, algunos de una relevancia semanasantera importante, como el presidente actual de la Junta Pro Semana Santa, dos ex presidentes y algunos presidentes y directivos de cofradías y hermandades. Me sentí arropado por mi tierra y mi gente, al margen de la familia. De Salamanca me encantó la presencia y el abrazo de concejales compañeros de una etapa inolvidable de mi trabajo en el Ayuntamiento o de amigos entrañables, tantos, que me demostraron su amistad suspendiendo consultas o entrevistas o dejando para el día siguiente sus trabajos y responsabilidades. Verlos a todos ellos allí, a pesar de los focos que no me dejaban ver mucho, la verdad, me satisfizo y emocionó.
Mi lectura tuvo de todo. Afectado por una hinchazón de la garganta (¡ay, el agua fría del fútbol en Zamora el domingo!), tuve que seguir consejo médico y permanecer en silencio los dos días hasta un rato antes del pregón (bueno, en voz muy baja), para lograr mantener la voz la hora larga de su duración.  Lo conseguí pero solo yo sé las dificultades que sentí en la dicción y salivación varias veces. Y el gozo enorme de sentirme querido con una ovación larga, sentida de todos los asistentes, puestos en pie. Yo quería detener tanto cariño pero no sabéis la alegría que me dio saber que os había gustado y emocionado mi pregón y con qué aplausos me lo demostrabais.


DESPUES.-
Bueno, después, al día siguiente, mi gratitud a los medios informativos escritos, digitales, hablados de la ciudad por la atención y cariño que prestaron al acto del pregón. A todos ellos (a alguno  también mi gratitud por su "omisión", porque con su irrelevante información me da una relevancia y categoría social que nunca tuve ni tengo en Salamanca), mi agradecimiento por la crítica y consideración que os mereció mi pregón y la valoración, seria, rigurosa, que hicisteis de él.
Y a los salmantinos que acudieron al Liceo y a los que lo han escuchado o leído a través de las redes sociales y me han felicitado, mi agradecimiento total. Salamanca y su Semana Santa se merecen mucho más todavía de lo que pude expresar en el pregón.
Ahora me dispongo a regresar a la acera y al templo, a la admiración al veros pasar y a acompañaros en vuestros cultos, como hice siempre en todos estos años. Vuelvo a mi puesto en el que, sinceramente, me encuentro muy a gusto. Eso sí, siempre que necesitéis de mí para elogiar, amar o defender a Salamanca y a su Semana Santa, no dudéis en llamarme, porque soy uno más, uno de los vuestros y estaré dispuesto de inmediato para arrimar el hombro en lo que sea menester.
Gracias a todos y hasta siempre.



Fotografía: Pablo de la Peña

Desde Piedra Nazarena... tan simple pero tan grande, gracias Luis Felipe.


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11ª Entrega (07/04/14) por... Héctor Tavera Fresno (Trompeta de la la Agrupación Musical Cristo Yacente de Salamanca, Cofrade de la Real Cofradía Penitencial de Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora y Compositor de marchas procesionales como "Agonía en tu Mirada, "Amanecer de Esperanza", "Postrado ante tu Cruz", "En nuestro Corazón" o "Allí donde estéis" entre otras muchas)


He de decir, que mi relación con la Semana Santa empezó cuando era bien pequeñito, pero no precisamente por ser lo que mas me gustara, era una relación “amor odio” solo que antes era odio, bueno, mas bien, diría que era miedo. Creo que nunca olvidaré una de las primeras procesiones que vi, no recuerdo la edad que tendría, solo recuerdo estar en Tentenecio con mis padres, esperando la procesión del Cristo del Amor y de la Paz, y no recuerdo bien, solo se que fue oir los tambores, y entrarme un miedo terrible, que hizo que no quisiera saber de la Semana Santa unos cuantos años.Quien iba a decirme a mi que esos tambores, esa música, iba a convertirse prácticamente en mi día a día durante casi todo el año.

Creo que para alguien que no toca o no ha tocado en una banda “de Semana Santa”, es bastante difícil explicarle lo que uno siente, sobre todo las primeras veces que “se enfrenta” a una procesión (ya que a mi opinión, es una tarea dura para el músico en el cual físicamente se sufre bastante), pero sin duda yo nunca olvidaré mi primera vez, mi primer año, cuando tocaba en la Banda de cc.tt Nuestra Señora de la Piedad, y por primera vez tuve la oportunidad de tocar en la procesión de Nuestro Padre Jesus de Moguer (Huelva). 

Son las 4:00 de la madrugada, toda la banda estamos formada. Las luces del pueblo se apagan, y lo único que se escucha es el arrastrar de los costaleros sacando el paso de la Iglesia, para finalmente fundirse con una ovación por el esfuerzo..en ese momento, comenzamos a tocar, y ese cosquilleo que se siente por dentro, esos nervios, estoy seguro que nadie puede imaginárselo, solo la persona que por primera vez toca en una procesión, aunque cierto es, que todos los años en algún momento siento ese cosquilleo que recorre todo mi cuerpo, en especial cuando con mi actual banda interpretamos alguna de mis composiciones. Reconozco que alguna vez, alguna lagrima se me ha soltado (en especial interpretando “En nuestro corazón”). 

Creo que el día que ese cosquilleo no lo sienta, que no consiga emocionarme, o que una pequeña lagrima se me escape, ese día que no tenga ganas de volver a juntarme con mis compañeros de AM Cristo Yacente, ese día, creo que terminaré mi andadura en este mundillo, aunque dentro de mi, quedarán grandes recuerdos.


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10ª Entrega (31/03/14) por... Beatriz Dudes Manzano (Cofrade de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Vice-Hermana Mayor de la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo)


Mi alma cofrade se empezó a forjar una noche de Viernes Santo de la mano de mi madre. Ella, devota incansable de la Virgen de la Soledad, tenía todo preparado para, un año más, acompañar a su Virgen esa noche. Yo tenía apenas seis años y el amor por mi Virgen era mucho más grande que mi tamaño, así que me agarré de su mano y le dije que ese año no iba sola, que yo la acompañaba y que prometía aguantar toda la procesión. Tras una pequeña discusión, accedió, no sin antes avisar. "No me voy a salir de la procesión. Salimos de la Catedral y llegamos a la Catedral". Y así fue, cogidas de la mano hicimos la procesión completa. Mi primera procesión.


Los años han pasado y las procesiones han cambiado también. Ahora son mi hermana y mi prima las que salen conmigo y con las que comparto la devoción por Ella. entre las filas de la gente que espera a la Señora, mis ojos se cruzan con los ojos de mi madre, a su lado, mi abuela, fiel a la cita, mira emocionada a la Virgen. Las miro, nos hacemos un gesto y continuamos el camino. Nosotras en el cortejo, ellas desde fuera.

Lo que no ha cambiado es mi devoción hacia Ella. Verla en su camarín a lo largo del año, refugiarme en Ella ante los problemas, visitarla en los momentos más felices de mi vida y disfrutar de la noche mágica del Viernes Santo siguen haciendo que mi alma de niña, ya forjada por los avatares de la vida, vuelva a emocionarse. Allí, ante su palio, vienen a mi memoria muchos momentos y personas, muchos deseos y agradecimientos.


Para mí, el Viernes Santo es el día más bonito del año. Es un día en el que miro al cielo, deseando que el tiempo acompañe, nada más levantarme. Después el día se pasa entre torrijas, potaje de vigilia, poner a punto el hábito negro, turno de vela y dos citas ineludibles: la salida de Jesús Rescatado y visitar a la Virgen antes de volver a casa para prepararnos para la procesión. Es el día más corto del año. La actividad es frenética y la ilusión crece a medida que avanza el reloj.

No entiendo mi vida sin mi Virgen de la Soledad. Ni siquiera recuerdo cómo empezó todo, ni cuándo la miré por primera vez, pero sé que Ella tienen en su camarín una parte de mi.

La Semana Santa es para mí una forma de vida a la que me entrego a lo largo de todo el año, que me ha permitido conocer a personas maravillosas y que comienzo a vivir el jueves de Pasión con el traslado de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras. Desde que llegué a esta Hermandad, la ilusión y esa mezcla de alegría e impaciencia que tenemos todos los cofrades, se ha adelantado al Domingo de Ramos. Cuando se abre la puerta de la Purísima, se abre para mí la puerta de los sueños. Un sueño de una semana demasiado corto quizás...




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9ª Entrega (24/03/14) por... Mario Fuentes García (Cofrade de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Vía Crucis, Cofrade de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo y Archicofrade de la Real y Pontificia Archicofradía Sacramental de María Santísima Madre de Dios del Rosario y San Pio V de Salamanca)


Casi cuando no sabia ni andar comencé a pertenecer a mi primera hermandad, la hermandad de mi barrio, en la que ya mi padre portaba a nuestro padre Jesús del Vía Crucis y el culpable ahora mismo de lo que  siento por esta pasión… ahora es al contrario ya que por motivos de salud el dejo de ser hermano de carga y yo lo he relevado con mucha ilusión…

A partir de ese momento en el que yo me hice hermano de mi primera cofradía y a pesar de mi inocencia por mi edad, me fui dando cuenta de que este era mi mundo y que mi pasión hacia esto crecía día a día, y ahora mismo veo que ya no podría vivir sin ello… porque para mi, la semana santa no se basa en un día o una semana, sino todo el año entero.

Hace poco tiempo  tuve la oportunidad de comenzar a pertenecer a lo que puedo decir que es mi  día a día, a una de mis mayores ilusiones, tuve la suerte de empezar a formar parte de la Archicofradía del Rosario y a ser su costalero y creo que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mis últimos años… y doy las gracias a cada una de esas personas que desde el primer momento me hicieron sentir uno más de esta gran familia llamada ROSARIO.

Hay gente que me dice que estoy loco, pero bendita locura la mía, y hay veces que te preguntan que por qué te puede llegar a gustar tanto este mundo que es raro, pero creo que es imposible explicar este sentimiento a alguien que no llega a sentir lo mismo… no hay palabras para describir esos momentos en que te pones delante de tu imagen, que te metes debajo de sus trabajaderas, ese momento en el que le rezas, o que compartes los mejores momentos con tu gente por y para esta locura, cuando comienza la cuaresma y te empiezan a entrar esos nervios cuando vas descontando los días y ves que esa fecha que tenias marcada en rojo en tu calendario se acerca... y llega tu día, ese día que llevas esperando todo un año, esa noche anterior en la que da igual los años que tenga que sigo sin pegar ojo porque los nervios me recorren a flor de piel y solo deseo que llegue ese momento de salir de mi casa dirección de la iglesia tanto en S. santa como en octubre dirección a tocar el cielo con lo que la gente dice que es una gloria pero como diría mi capataz, Es la GLORIA.
Yo cada día vivo con el sueño de soñar debajo de un paso, y es que cada vez que me meto es para ello, para rezarle y para ser los pies que le hacen caminar por las calles de mi ciudad.

Mi vida suena al sonido de un martillo, a una palma de domingo de ramos ,al crujir de una Zambrana, al olor de un incensario, al rufar de un tambor, a un solo de corneta, a la voz del capataz, a la luz que desprende un cirio alumbrando en la oscura noche la cara de esa bonita imagen, al rachear de un costalero, a una noche cofrade con tu gente, a una buena marcha o a un paso en silencio, mi vida suena a rosa o a jazmín, mi vida suena a Semana Santa.


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8ª Entrega (17/03/14) por... Ángela Hernández Cabezas (Cofrade de la Real Cofradía Penitencial de Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora, Vicesecrataria y Secretaria desde 1997 en la anterior cofradía mencionada, Coordinadora de la Revista "Cruz de Guía" desde 2002, Cofrade de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Cofrade de la Ilustre Congregación de Jesús Rescatado y Nuestra Señora de las Angustias)


Me resulta difícil compendiar en un folio las vivencias compartidas en la Semana Santa, cuando con apenas once años, tienes una ilusión que es la de ser cofrade y lo haces en la hermandad donde una medalla la has visto toda la vida en una caja en la habitación de tus padres,  y luego se va despertando una inquietud por todo lo que rodea la tradición, lo que rodea el extenso mundo de la Semana Santa arte, música, ética, estética.

Cuando pasas de ayudar en tu cofradía a tener un cargo de responsabilidad, cuando le das una importancia por encima de lo normal sin marcar los límites pues empiezas a tener una especie de dependencia, una borrachera de ilusión , una resaca de preocupaciones, algunas veces de malos momentos. Que se compensa rodeándote de bellas personas que te marcan el camino que cuando estás en plena adolescencia, años en los que  la voluntad está a flor de piel y lo quieres hacer todo, pero no, hay que aprender y a mi me forjaron como cofrade en “mi cofradía “Cofradía de Cristo Yacente.

Si algo tengo que agradecerle a la Semana Santa, es la cantidad de personas que me ha puesto en el camino, amigos muy buenos, de los cuales siempre puedes contar y tener al lado, a los conocidos que te quieren y aprecian, y claro si hay una piedra angular en mi trayectoria cofrade ha sido mi hermano mayor, aquel que me tendió su mano, y todo su cariño,  aquel me dio la oportunidad de formar parte de su Junta de Gobierno y ya son diecinueve años.

Me piden los chicos de Piedra nazarena que abra mi alma y mi alma cofrade está marcada por el día que me impusieron la medalla, esa medalla de bronce con la cara de mis titulares, ese es el comienzo, es la llave que abre la puerta para entrar en la gran familia cofrade,  que abre la puerta de mi sentimiento y mi cariño a esta tradición tan mía y arraigada a mí y conmigo siempre mi hermano Kiko, y a partir de ahí un largo rosario de Domingos de Ramos con esas caras de sorpresa, con ese cariño que aportan los niños que ya se encargan de estropear los mayores. Un largo camino de Revistas Cruz de Guía noches en vela eligiendo fotos, días enteros paginando y revisando para que todo estuviera a punto, y pasan los años y pasan las semanas santas y todas son diferentes, recuerdo aquella procesión de Domingo de Resurrección en la que D. Braulio Rodríguez Plaza nos hizo despojar de los capirotes a todos los cofrades congregados en la Plaza de Anaya, allá por 1996 ó 1997, que estampida de cofrades con solera por la C/ Tostado abajo. Otro momento que me hizo una ilusión, emocionante momento, fue en el año 2004, 45min. antes de la salida penitencial de mi cofradía de Cristo Yacente se escucha por las naves catedralicias, “¡Ángela, Ángela dónde está Ángela, venga donde estabas que sales conmigo a la promesa de silencio… vamos pide una vara y ponte a la izquierda venga ya!. Ese día fue muy emocionante ver la Plaza de Anaya abarrotada de personas entre todos ellos mis padres esas personas que me han apoyado siempre. 

En el recuerdo siempre quedarán los días de preparativos previos, montaje desmontaje de pasos, exorno floral, y sobre todo un acto que a mi me atrapa emocionalmente que es el Poeta ante la Cruz, ese acto para mí es especial es un recogimiento extraordinario, sólo sentir ese diálogo entre el poeta y el Cristo de la Agonía Redentora en el Coro de la S.I.B Catedral Nueva hace un mágico escenario de vibraciones sobrecogedoras que te pone el vello de punta, que algún día alguien estudiará ojalá como fenómeno de la poesía religiosa en la Semana Santa porque ya se ha creado un referente.

Estamos a las puertas de la Semana Santa, y otra vez querré volverla a vivir, querré volver a ver a mis cofrades, compartir con ellos esa noche, querré volver ha hacer torrijas para comerlas el día del besapiés, querré volver ha adecentar los hábitos  de mi hermano y mío, querré volver a sentir los olores a incienso y cera que cada primavera escuchando Madrugá, Saeta, Aurora Frontale, Padre Nuestro, Mater Mea dan comienzo a ese estremecimiento interior que hace que me emocione.

Sobre todo querré volver a estar rodeada de esas personas que nunca dejaron de quererme, que siempre estuvieron. Gracias por dejarme ilusionar y dejarme sentir otra vez el milagro de la primavera.

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7ª Entrega (10/03/14) por... Mayte Sáez Martín (Cofrade de la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía, Cofrade y Vocal de Relaciones Exteriores y Juventud de la Hermandad de Jesús Amigo de los Niños, Cofrade de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón y Corneta de la Agrupación Musical Virgen de la Vega)


Escuchar un gemido de corneta, una palma de Domingo de Ramos, un Camino de las Aguas, un Jesús ante Pilatos saliendo de las Úrsulas, una promesa nueva que cumplir…es aquí donde empiezan mis recuerdos…recuerdos que nunca mueren…

Cada Domingo de Ramos cierro los ojos y vuelvo a mi infancia, vuelvo a darle la mano a mi abuela y a mis tíos y me vuelvo a imaginar allí, en la puerta, esperando la salida del paso de la “Borriquita”, con esa sonrisa que todos los niños tienen, con algo nuevo que estrenar que mi madre me puso antes de marcharse a trabajar…Ahora abro los ojos y soy yo la que cada Domingo de Ramos pone los pies a esa “Borriquita”, la que mira por los respiraderos y ve a un montón de niños con su abuela, con sus tíos, con su palma, con algo nuevo que estrenar… Y es aquí entonces donde comienza mi Semana Santa, rodeada de los más pequeños. Una procesión dedicada a ellos, a los niños. Una procesión para disfrutar, y que yo sin duda disfruto cada año más. Porque ser mayor no está ligado a dejar de soñar y yo cada Domingo de Ramos tengo un sueño nuevo que cumplir.

De nuevo, me vuelvo agarrar de la mano de mi abuela, la que esta vez me lleva a ver a mis tíos tocar en la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón. Mi tía con tan solo 15 años con su tambor pone los sones para que Nuestro Padre Jesús del Perdón entre en la cárcel en busca del indulto. Años más tarde, siendo hermana de esta Cofradía, yo sería la que ocuparía su lugar tocando la corneta en la banda de la Hermandad.

¡Bendita locura la de la música!, de la cual son culpables mis tíos que con tan sólo 4 años me llevaban a sus ensayos en las cocheras de San Bernardo. Desfilando al lado de las cornetas (aunque mis tías se empeñaban en que fuera con los tambores) aprendí otra manera de rezar de la cuál disfruto desde los 15 años y que tantos momentos mágicos me ha regalado.

Pasan los días, es ¡Jueves Santo! Allí está mi padre, dispuesto a cargar al Santísimo Cristo de la Agonía y mi hermana y yo vestidas de nazarenas le acompañaremos un año más. Pero ahora las cosas han cambiado, hoy es mi padre quien nos acompaña y nosotras somos las que llevamos a Nuestro Padre Jesús ante Pilatos a hombros como se merece, como Rey de Reyes.
Semana Santa es sinónimo de Pasión, de incienso, de revirá, de ilusiones…pero para mí, la Semana Santa es sinónimo de recuerdo al cielo, porque cada año sé que desde allí, mi tío, me da las fuerzas para sobrevivir en este “mundo de locos”.

Hay una frase que dice “solo entiende mi locura quien comparte mi pasión”, y a mí la que mejor me entenderá cuando lea esto será mi hermana. Porque si existe un momento importante en nuestra pequeña pero intensa vida cofrade es esa salida por la puerta del convento de las RR.MM Bernardas con el paso del Camino al Calvario, agarradas de la mano, a sones de Saeta de la Agrupación Musical La Expiración con una levantá que iba al cielo por ti, por enseñarnos a vivir en este mundo cofrade. 


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6ª Entrega (03/03/14) por... Sergio Salinero Quintanilla (Cofrade de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón, de la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía, de la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo y Archicofrade de la Archicofradía Sacramental de María Santísima Madre de Dios del Rosario y San PioV de Salamanca)



Cuando me hablaron de participar en esta sección de "Alma Cofrade" con algunos de mis sentimientos, lo primero que se me vino a la mente fue el día a día de algo que cada vez disfruto más y que cuando llega el mes de octubre me hace tener los nervios a flor de piel. Precisamente, es en ese mes cuando da comienzo todo para los que tanto queremos a la Virgen del Rosario, justo en ese momento en que los zancos del paso se posan en el interior del templo de San Esteban; abrazos y caras de alegría de todos y cada uno de nosotros por el trabajo bien hecho, empieza otro año más de horas y horas de trabajo por y para Ella y su Archicofradía, vivencias y lo que más grande hace a la misma, su vida de hermandad, una vida que ningún día del año se apaga, ya sea con las labores de cara a engrandecer el patrimonio, como los buenos ratos entre amigos en el “Rincón del Morenito”.

Esta historia de la que hablo empieza a llegar a su fin con los primeros preparativos, nervios y días enteros dedicados a las fechas marcadas en rojo en nuestro particular calendario, esos son quizás los momentos más íntimos y más bonitos, las vísperas del día grande. El momento se acerca, el reloj no para ni un solo momento, Ella sube a su paso en una mágica noche y Salamanca ya la espera.

En torno a las 6 de la tarde sale la Cruz Parroquial que le marcará el camino por las calles de su ciudad, la Virgen del Rosario empieza a pasear como sólo Ella sabe, decir que lo que yo siento como su costalero es algo indescriptible e irrepetible sobre lo que poco más puedo añadir. La procesión llega a la Catedral y empieza el regreso a casa; todo pasa volando y ya se ve al fondo la calle Jesús, ¿qué decir de la calle insignia de nuestra Archicofradía? Una calle por la que cada día que paso me imagino ese cuerpo de ciriales que precede al paso de la Virgen llevándola un año más a esa difícil estrechez que año tras año su cuadrilla y sus capataces salvan, y finalmente la entrada, el punto de inflexión en que da fin todo un año, todo vuelve a empezar, martillos que día tras día sonarán en el interior del taller y que nos harán soñar con el llamador del paso de la Virgen en otro anhelado octubre.

Sin duda "Alma Cofrade" es lo que tiene cada uno de los que engrandecen día a día este proyecto entorno a la Virgen del Rosario.


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5ª Entrega (24/02/14) por... Miguel Ángel Font Morgado (Compositor y Director Musical en la actualidad de la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Piedad de Oliva (Valencia), la Agrupación Musical Virgen de Gracia de Archidona (Málaga), la Agrupación Musical Nuestra Señora de los Reyes (Sevilla) y la Agrupación Musical Virgen de la Vega (Salamanca)




Entrar de lleno en el Alma Cofrade, para mí es muy íntimo, pues el alma va más allá de la razón y la existencia, es el sentido que tiene pasar por esta vida. Tanto es para mí esa palabra que sin duda será escogida para el día que llegue (si el destino me lo tiene guardado) mi futura hija. Y por ese motivo quise también dedicar a las personas que llevo muy dentro de mí, junto a mi Alma, la composición que hice para la Agrupación Musical “Virgen de los Reyes” de Sevilla y que también está recogida en mi disco, magistralmente interpretado por el cuarteto de cuerda salmantino “Arpeggione”. Dicha composición esta basada en una nana, imaginando que está “Alma” en mis brazos, con una letra escrita en presente, pasado y futuro. Paradojas de la vida, siento que Alma está conmigo siempre pues si buscamos el origen o término, Alma, se refiere a un principio o entidad inmaterial e invisible que en teoría poseen los seres vivos.



No he podido resistir contar esto a mis amigos cofrades de Piedra Nazarena, pero el tema que quiero contar, o mejor dicho reflexionar en mi más profunda nostalgia es mi niñez en la calle de mis sueños, como dije en el XV Pregón de la Esperanza de Triana que tuve el privilegio de pronunciar con 24 años: “Profesores sabios tuve que me enseñaron lo real y lo abstracto, y mi barrio me liaba. La Salud, La Esperanza, El Rocío, Las penas, el Patrocinio… Todo es real en Triana.


…Podemos perder la Esperanza si se marcha de Pureza.
 La Pureza, en otros sitios será abstracta
pero en Triana, es la Calle de mi Esperanza,
la que me vio nacer, la que llamaban Larga…



En esa calle, además de pureza hay mucha ALMA, y  mi familia bien me lo enseñó, recuerdo la entrevista realizada en Estampas de Pasión cuando me pidieron un recuerdo y no pude contener la emoción al recordar las numerosas salidas procesionales año tras año de mi morena y mi moreno que vivían “pared con pared” conmigo y los míos. Pienso algunas veces, que mi niñez ha sido vivir en el cielo, porque en Triana, te olvidas que estás en la tierra,  además aprendí en mi guardería que se llamaba “Los Angelitos” en plena y antigua “Cava de los Gitanos”.




Recuerdo con muchísima nostalgia el balcón donde venían mis familiares a ver salir nuestra cofradía, el sentimiento de alegría el día de su coronación, las “Madrugá” en la que mi padre salió de costalero en la “Señora de Triana” bajo las ordenes de “El Penitente”; Recuerdo ver con mucha ilusión a mi tío Jesús, muy joven en los inicios de la Banda de las Tres Caídas de la Hermandad, mis primeros pasos como nazarenito con la túnica de mi esperanza, esas y mil cositas más son las que en mi alma quedan y comparto en la más sublime intimidad con vosotros, por apreciar con tanto respeto lo que sigue siendo “Una vida llena de Esperanza”.






Gracias por acordarse de mi Alma, es vuestra.

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4ª Entrega (17/02/14) por... Irene del Brío Alonso (Cofrade de la Virgen de la Salud, tambor de la Agrupación Musical La Expiración, Cofrade de la Hermandad de Jesús Flagelado y Nuestra Señora de las Lágrimas y Cofrade de la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo)


¿Como se empiezan a resumir casi 17 años de recuerdos? Casi 17 años de pasión… dicen que los niños nacen con un pan debajo del brazo, mi abuela siempre me ha dicho que yo con un palio!! Tantos momentos, tantas imágenes congeladas en mi memoria que no se por donde empezar… ¿O si? 

Entre todos los momentos, creo que seria injusto no destacar uno; mi primera imagen de este mundillo desde que tengo uso de razón, con solo 3 añitos detrás de mi señora de la salud… Desde entonces creo que siempre me ha emocionado la cuenta atrás, el olor a incienso… Tantos momentos difíciles que con una mirada al cielo se ven consolados…  Esas lagrimas que salen solas al ver bajar al Flagelado y Las Lágrimas cada Miércoles Santo por la rampa de La Clerecía desafiando a la lluvia, o al ver al Despojado llegar a Salamanca y más tarde emocionarnos con su madre saliendo de La Purísima al son de “Mi Amargura” … Al  ver a la Salud cada año en su romería… Y es que, nadie que vea este mundo desde fuera puede imaginar lo que significa una mirada de una imagen para nosotros, la serenidad y la paz que te da poder rezarle, poder hablarle a él y que él te escuche;  ni lo que significa ponerle música al señor; eso si que es indescriptible… En ese momento no sientes cansancio, no sientes frio… En ese momento lo único que quieres es congelar un solo instante;  con un redoble de tambor, un solo de corneta y una mirada de tu señor… congelar ese instante indescriptible  y no dejar de vivirlo jamás!! Y es que yo me siento una verdadera privilegiada; no solo por poder mirar a mi señor a los ojos y poder sentir esa fuerza que me da, sino por poder rezarle de una manera tan especial, con música… 

Son tantas las personas que hacen especial este mundo, que no podría por menos de no recordarlas, desde mi tio; que me inculco esta pasión hasta cada persona que te da las gracias por emocionarle pasando por cada uno de los que vivimos una pasión tan sincera…  Y es que estos momentos son casi  indescriptibles , porque solo entenderán mi locura quienes compartan mi pasión…  



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3ª Entrega (10/02/14) por... Luis Felipe Delgado de Castro (Pregonero de la Semana Santa de Salamanca 2014. Fue redactor y subdirector de COPE Zamora y funcionario en distintas administraciones, entre ellas, Diputación y Ayuntamiento de Salamanca. En temas de Semana Santa pregonó varias veces la Semana Santa de Zamora en diversos lugares, a lo largo de los años, comentarista de TVE en sus retransmisiones de 1988, 1997, 2001 y 2003 y en Salamanca dio el Pregón del Vº Centenario de la Vera Cruz en el año 2005. Ha dado numerosas conferencias y ha escrito innumerables artículos para revistas especializadas en temas de Semana Santa de carácter nacional, regional y local. Es hermano de varias cofradías zamoranas y de la Vera Cruz de Salamanca)

"Nazareno zamorano de los Ramos"

Era un niño. Apenas si tenía seis años pero la imagen que conservo sigue fresca, reciente, en mi memoria como si acabase de vivirla y ha pasado ya muchos domingos de Ramos y muchas Semanas Santas. Pero me acompaña desde entonces como una estampa grabada con lágrimas en el corazón.

Domingo de Ramos. Voy de la mano de mi padre, como debe ser siempre y más en ese día. Un tropel de palmas y de niños se pierde por las calle de Santa Clara. Ha terminado la procesión de la Borriquita y familias enteras, unidas por el gozo del día, regresan de participar en el feliz cortejo. La Borriquita se ha detenido a las puertas del templo y allí esperará hasta que se despeje la plaza y puedan trasladar el grupo al viejo portalón de San Martín donde estará a la intemperie casi todo el año. El sueño del Museo está aún lejos y este paso sufrirá todavía varias vicisitudes en su "alojamiento" provisional. Pero no quiero desviar mi atención ni, sobre todo, perder la mano de mi padre que me lleva hacia el puente. Por allí, a esta última hora de la tarde, con el sol derrumbándose por las afueras de la ciudad, sobre las últimas curvas del Duero, ya en el horizonte, viene el Nazareno del barrio de San Frontis, con la cruz a cuestas, acompañado de un racimo de vecinos y de un grupo de hermanos de la cofradía que ha creado en su honor hace aún no muchos años de este otro lado de la ciudad.

Y tras pasar el puente, el sobrio y pueblerino cortejo de labriegos y mujerucas, asciende por la Cuesta del Piñedo camino del templo de San Andrés, entonces piedra angular del Seminario Mayor, donde empezará un solemne triduo en su honor hasta que el martes santo vengan, con caperuces morados y túnicas blancas, a devolverlo a su barrio, sobre los lomos del río, festonado de luna, por el sendero que escoltan los viejos álamos del río.

Viene sobre una mesa humilde, sin flor alguna, solo delimitada por los candelabros que festonan las cuatro esquinas de su modesto trono y cuyas velas derraman generosamente la cera en el corazón acristalado de las tulipas. Luz tenue para fijar una silueta, no para iluminar una escena. Y al entrar en el templo le saluda con impecable formación de voces, el canto sencillamente piadoso y conmovedor del "Perdona a tu pueblo, Señor", que me parece más un sudario en ese momento que una oración sobre su rostro, tan fatigado llega mi Cristo o a mí me lo parece. Canta la Schola Cantorum del Seminario y asciende el incienso por la amplia nave del templo como una orfebrería de humo y de solemnidad.

Y por esa cuesta que aún hoy sigue patinada de viejas tapias y de pobres silencios, sobre la que sigue asomándose cada día el mismo trozo de cielo y el mismo sol, nada ha cambiado en ella, al subir el Nazareno los domingos de Ramos de mi infancia,  aprendí a quererlo de la mano de mi padre, cuando, niño feliz, acababa de estrenar mis zapatos de Gorila para cumplir con el rito del día.

El Nazareno me ha acompañado desde entonces. Es la imagen a la que acudo cuando "vienen mal dadas". En su bendito rostro me refugio y me miro. Ni siquiera sé si rezo. Pero lo miro y me mira. Me consuela su pena, que será, lo es, una inmensidad al lado de la mía.  Ahora, aunque ha pasado ya tanto tiempo y los años han desgastado mi mirada y arrugado mi mano, mucho echo de menos la mano de mi padre en la mía mientras me mira el bendito Nazareno camino de la muerte. Y Él parece decirme que no suelte mi mano de la suya, que la muerte se llevó ¿o no?, hace ya muchos años. La mirada de ese Nazareno y la mano de mi padre me han llevado desde la infancia de los Ramos por todos los caminos de la vida, incluso por las cuestas como la zamorana de mi infancia, tan empinadas, duras y solas.

Ahora, al llegar los días de la Pasión a mi pueblo, soy yo el que agarro y dirijo la mano de mis nietos para salir al encuentro de la mirada del Nazareno con la misma fe que sentía en la mano de mi padre entonces. Así es y así será en mi tierra por los años de los años para que siga viva, encendida, vigorosa, la tradición de una Pasión inolvidable.


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2ª Entrega (03/02/14) por... Judith Barajas Lorenzo (Cofrade de la Hermandad Dominicana y ganadora del III Trivial Piedra Nazarena)

Olor a incienso, redoble de tambor, gotas de cera en las calles, devoción… A veces, me preguntan ¿por qué te emocionas al ver una procesión? Y yo no sé cómo explicarlo, pienso que para entenderlo hay que sentirlo. Cuento los días y, a veces, hasta las semanas que quedan para el Domingo de Ramos, escucho marchas cualquier día del año y no me canso de ver vídeos por internet o leer sobre Semana Santa, sueño con cargar algún día un paso y volver a vivir una Semana Santa sin lluvia.
Recuerdo cómo de pequeña jugaba a las procesiones en las que el incienso era una bolsa llena de arena, cómo una simple bata servía como capa o cómo cualquier caja servía de tambor. Soñaba, soñábamos, con ser cofrades.

Recuerdo cómo el Domingo de Ramos estrenaba (y estreno) algo nuevo. Cómo una Semana Santa sin ver al Cristo de los Doctrinos en la calle Compañía no está completa, la Hermandad del Vía Crucis a las siete de la mañana, la tarde del Viernes Santo esperando en familia la salida de Jesús Rescatado, la procesión de ‘los catorce pasos’ y la ilusión que me hacía que me regalaran un clavel rojo el Domingo de Resurrección. La espera para ver una procesión comiendo barquillos, las noches durmiendo poco, o nada, y los días de frío en los que, con muchas capas de ropa, si hay que aguantar se aguanta.

Recuerdo cómo de ver muchas procesiones, pasé a verlas todas, cómo de verlas una vez, pasé a verlas de principio a fin. Y cómo, poco a poco, la niña que quería ser cofrade consiguió serlo.
Tendría unos seis años cuando vi, por primera vez, la salida penitencial de la Hermandad Dominicana, en la plaza mayor. La siguiente vez fue la tarde del Sábado Santo de 1998 cuando realizó el desfile procesional debido a la lluvia caída en la madrugada del Viernes Santo. Desde ese momento supe que algún día estaría allí, junto a ellos, con ella.

Entre los árboles, nunca en primera fila, a las cinco de la madrugada y rodeada de gente pero ‘sola’, esperaba la salida. Salía Ntro. Padre Jesús de la Pasión y el Cristo de la Buena Muerte. Los nervios aumentaban. Por fin se oía desde el interior de San Esteban el llamador, poco a poco oía como ella se acercaba a la puerta con ese tintineo de campanillas tan especial y que tanto añoro hoy. Ese momento, ese momento era en el que me quedaba sin palabras, ella estaba en la calle y yo, aunque desde fuera, junto a ella. Seguía la procesión hasta su entrada y en ese momento vivía una mezcla de alegría y tristeza difícil de explicar.

Por fin, tras muchos años de espera, llegó el momento, por fin era de la hermandad. Nervios, ilusión, alegría, devoción… Las semanas, los días previos, se hicieron eternos. Aún sin saber apenas coser, pero con la mayor ilusión del mundo, cosí uno a uno los veintitantos botones del hábito. Lo planché. Todo estaba preparado.

Los días se presentaban lluviosos pero yo tenía esperanza. La tarde del Jueves Santo fue como siempre de una iglesia a otra aunque faltaron las procesiones, la lluvia haría que todas se suspendieran. Los nervios cada vez eran mayores, el momento se acercaba y no dejaba de llover. No podía dormir, tampoco quería. En el ordenador puesta la madrugá sevillana y a cada momento mirando por la ventana. Llovía, no llovía y así toda la noche. Llegó la hora de prepararse y de irse. La noche estaba mala y se veía venir, al llegar a San Esteban se confirmó, no se podía procesionar, las previsiones no eran buenas. El momento que tanto había esperado tendría que esperar un año más.  Pese al disgusto, lo vivido esa noche fue distinto, especial y será algo que recordaré toda la vida. 


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1ª Entrega (27/01/14) por... Roberto Sánchez Hernández (Caja de la A.M. Cristo Yacente y Hermano de la Real Cofradía Penitencial del Cristo Yacente y de la Agonía Redentora)


Y llegó el Miércoles Santo…el plan que hay para hoy será planchar el hábito, preparar la caja e ir hacia la Catedral. Mi cabeza estará puesta en las 00.00 horas de la noche, una noche en la que la Puerta de Ramos se abrirá para que la Real Cofradía del Cristo Yacente y de la Agonía Redentora salga a la calle. Después de cenar,  cojo mi bolsa con el hábito guardado dentro, me cuelgo la caja al hombro y parto hacia la Catedral. El hormiguillo empieza a recorrerme por dentro del cuerpo, hoy no es una procesión cualquiera, no, es la procesión, MI procesión. Entro en la Catedral, huele a incienso, algunos cofrades y hermanos rezando delante de los titulares de mi cofradía, otros paseando con caras de nerviosismo, otros vistiéndose. Son momentos de familia, de hermandad, son los preparativos para una salida penitencial que, seguro, va a ser inolvidable.

El tiempo corre, vuela, ya queda menos para que la Puerta de Ramos se abra y salgamos a la calle poniendo la música al Cristo de la Agonía Redentora. Es el momento de formar  y prepararse dentro de la Catedral, todos los hermanos van a sus posiciones. Todo son ánimos en estos instantes, besos, caricias, apoyo, SENTIMIENTOS que nos salen del ALMA.

¡Llegó el momento! La Puerta de Ramos se abre, salen los primeros hermanos, el sonido de un tambor sordo llena las almas de sentimiento, encoge los corazones, el Cristo de la Agonía Redentora está saliendo a la calle un Jueves Santo más a las 00.00 de la noche. La Agrupación Musical Cristo Yacente pone los sones, “Llorando a mares, por Él”. La Plaza de Anaya esta con “aforo completo”, no cabe un alfiler. Por mi cabeza pasan muchos recuerdos en este momento, mi Cristo está en la calle y yo estoy poniendo “ritmo” al paso de los hermanos de carga, es emocionante. Todo el recorrido está lleno de emociones. Llegamos a la Calle Tostado, ¡qué maravilla..! Suena la “Pavana”, una marcha típica en dicha calle. Empezamos a subir la Calle de San Pablo, el silencio es acogedor y emocionante y llegamos a la Plaza Mayor de Salamanca. “La Saeta”… dos veces seguidas, los redobles me salen del corazón, las muñecas se mueven solas, yo no las dirijo, es mi corazón el que se encarga de ello…y así va pasando toda la procesión.

A la vuelta subimos la Calle Compañía, las sombras del Cristo de la Agonía se ven a un lado y a otro de  los monumentos de dicha calle, no hay palabras para describir todos los momentos que vivo en mi procesión.
Llegamos a la Catedral de nuevo, las 04.30 de la madrugada aproximadamente, los dos pasos y todos los hermanos se reúnen en la Calle Calderón de la Barca, las palabras de nuestro hermano mayor hacen que las lágrimas caigan y ayudan a que toquemos la última marcha de este año, “Yace en tu Misericordia”, para que ambas imágenes se recojan y vuelvan a su casa.

Ha acabado, hemos acabado, he finalizado un año más mi procesión, una salida penitencial cargada de emociones y sentimientos que salen del Alma, y en la que no toco con mis muñecas, sino con mi corazón…

2 comentarios:

  1. Lo has descrito tal y como es, somos muchos los q sentimos igual que tu. Y ya voy a por el cuarto año de compartir todo eso a tu lado y al lado de todos mis compañeros y amigos que componen la AM Cristo Yacente

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  2. Gracias por dejar a mi alma que se expresa con tanta naturalidad. un fuerte abrazo a todos los cofrades del mundo, en especial a los salmantinos por la labor que hacen en esta maravillosa web. Hasta pronto.

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